Este artículo fue publicado en la SECCIÓN DE ECONOMÍA
del diario EL COMERCIO el 06/12/2018
Ayer
se comunicó, como hecho relevante a la CNMV, una operación muy importante para
una compañía asturiana, que supone, en definitiva, un cambio de control
accionarial para que un socio con vocación industrial y de permanencia otorgue
el necesario apoyo financiero al grupo GAM (General de Alquiler de Maquinaria). Sin entrar en detalles del precio
de la operación que se relatan en la noticia y en el hecho relevante, me voy a
las que creo que son las razones últimas de la misma: la necesaria
restructuración de capital y la toma de control por parte de quien sabe de qué
va el negocio y está dispuesto a quedarse con él. En este caso, se trata de
Halekulani, S.L, el oferente que ha formulado a las diversas entidades
bancarias que estaban en posesión de acciones una oferta vinculante, que supone
la compra por el oferente de la totalidad de las acciones de las mismas
(20.988.923) representativas del 63% del capital social. A partir de ahí, el
oferente formulará una OPA (oferta pública de adquisición) dirigida al resto de
titulares de la sociedad. Al margen del cambio de control corporativo, quiero
subrayar, amable lector, lo que me parece más importante desde el punto de
vista financiero para la supervivencia de la compañía y la continuidad del
empleo de los trabajadores de la misma y es, por un lado, la intención del
Oferente de que la Sociedad continúe cotizando en las Bolsas de valores
españolas y, por otro, el aumento de capital al precio por acción de la compraventa
(necesariamente redondeado a un euro por ser el valor nominal de la acción). Tras
la liquidación de la OPA, Halekulani, S.L ejercitará sus derechos como
accionista, para que se produzca la aprobación por parte de la Junta General de
la ampliación de capital con aportaciones dinerarias, en la que el Oferente
garantizaría su suscripción y desembolso en un importe de al menos €25,5
millones que se habrán de aplicar a la cancelación de deuda. En definitiva, a
mi juicio, todo buenas noticias si sale adelante.
Se
queda con la compañía un socio industrial que se siente en condiciones de
sacarla adelante y se da oxígeno al pasivo de la entidad con una ampliación de
capital y con la voluntad de cancelación de deuda, además de la salida de
accionistas bancarios y el sostenimiento de la cotización de la empresa en los
mercados de valores. Si una empresa está bien gestionada, los bancos no tienen
por qué tener la propiedad y el control de la misma. En definitiva, una
operación que, de salir adelante en los términos expuestos por el hecho
relevante, entiendo que será muy positivo para la supervivencia de la empresa y
del empleo.