miércoles, 24 de abril de 2019

Treinta años en la red de redes

Este artículo fue publicado en Tribuna 
del diario EL COMERCIO el 16.04.2019


Decía mi admirado Oscar Wilde que "lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo". No deja de ser una afirmación muy triste y una se resiste a que sea verdad. No sé por qué me recuerda o tiene ligera conexión con unas palabras que escuché en una entrevista a una persona también dedicada a la literatura que creía que la vida que vives en los libros es muy real. Inmediatamente piensas que eso es ficción, pero para esa persona era real. Sin embargo, escritores como Oscar Wilde, intentaron vivir la vida en el más amplio sentido de la palabra y se resistieron a simplemente existir porque querían vivir de verdad la única vida terrenal que tenemos. Tal vez unos lo hagan en los libros y otros, en una nueva plataforma distinta a la de la ficción literaria y que ya no es tan nueva, sino que ha cumplido recientemente 30 años: la World Wide Web, la red de redes. El interné, que se podría decir españolizándolo, como hace Juan Manuel de Prada.

Estupenda ilustración de Gaspar Meana. Como siempre. 

El inventor de la cosa, como usted bien sabe, amable lector, es el británico Tim Berners-Lee, que ha lanzado un llamamiento para que los usuarios puedan controlar sus datos, coincidiendo con los 30 años de la creación de esta red informática mundial. El padre de la criatura, del protocolo que permitió el uso y expansión de internet ha pedido aprovechar este aniversario para rectificar errores y evitar su mala utilización. Mientras la Web ha creado oportunidades, dando voz a grupos marginados y haciendo más fácil nuestras vidas, también ha creado oportunidades para los estafadores. En mi opinión, desafortunadamente, ha dado voz a los que proclaman el odio y hecho más fácil cometer todo tipo de crímenes. El inventor de la Web ha hecho una llamada de atención a todos aquellos que tienen una parte de responsabilidad en que internet funcione mejor y en beneficio de todos. Berners-Lee se aparta del derrotismo y considera perfectamente posible que los próximos treinta años de la Web sirvan para cambiar hacia mejor. Pretende que nos esforcemos por construir una mejor Web. En un enfoque realista, su creador señala que no podemos decir  que la Web nos ha fallado, porque seremos nosotros los que le habremos fallado a la Web sino sabemos utilizarla bien. El físico de formación y especialista en ciencias de la informática siguió trabajando en el CERN por algunos años después de su invento en 1989 para luego seguir su carrera en Estados Unidos. Hace nueve años fundó la WebFoundation, desde la que promueve el acceso a la Web y a sus beneficios como un derecho. Con todo el conocimiento acumulado, Berners-Lee considera que la piratería y los ataques promovidos por los Estados, así como el acoso y los comportamientos criminales en línea son algunas de las mayores causas del disfuncionamiento de internet. Otra tendencia que le preocupa es la que crea incentivos perversos con fines comerciales, como aquellos que generan ingresos a través de la propagación de información falsa o las estrategias para captar la atención de los usuarios ("ciberanzuelos"). Considera legítimas las preocupaciones de los detractores de internet en cuestiones como el respeto de la privacidad y el impacto de las redes sociales en las democracias.
Internet es una herramienta y, como todo, puede ser bien o mal usada. Puedes utilizar un cuchillo para cortar pan y dárselo a quien está hambriento, o puedes matar a alguien. Se puede utilizar la web para vivir en ella otra vida, como mucha gente hace, como algunos quieren hacer en los libros, en las películas, o se puede utilizar para mejorar nuestra vida real. La de las personas que, en verdad, queremos tener cerca. Que queremos que formen parte de nuestro mundo. Casi me gusta más esta otra sentencia de Wilde con la que me quedo: “Todos estamos en las alcantarillas, pero algunos miramos a las estrellas”. La web profunda, oscura o como se llame pueden ser las cloacas de esta nueva era. Pero, ¿por qué quedarse en ellas si podemos vivir vidas reales como estrellas?