lunes, 8 de abril de 2019

De madres a hijas

He conseguido transmitir el amor por la lectura a mi hija. Mi hijo lee, claro que lee, pero por obligación, más que devoción. Por esto último tiene sus pantallas, sus juegos de ajedrez, vídeo juegos...pero ella no. Ella lee sus cuentos por placer, por gusto. 

Recuerdo a mi madre leer de manera compulsiva tras su divorcio. Lo interpreté como algo bueno, algo que la ayudaba en ese momento tan duro de su vida a acompañar, o entender su soledad. Luego llegó nuevamente el amor. Siguió la lectura, claro está, aunque de otra forma. No creo que literatura y el amor sean incompatibles para nada, digo yo. Solo es mi opinión. 

Me comentó de un par de presentaciones a las que asistió. De Julio Llamazares, un buen escritor a mi juicio, y un mejor viajero. Nunca lo he visto en persona. Mi madre lo definió como muy humilde, muy buen comunicador y de discurso muy ameno.



Estupendas las reflexiones de Llamazares en EL COMERCIO: 


«Ahora los políticos ven una vaca y la abrazan»



Julio Llamazares se muestra pesimista en Oviedo con el problema de la despoblación: «Los pueblos de Asturias van a seguir igual de vacíos»

Según Llamazares: Solo se escribe desde lo que no tienes o desde lo que has perdido. Unos andan siempre de fiesta, otros se deprimen, otros viajan y otros escriben». Casi como «una especie de enfermedad»: «Escritor es aquel que seguiría escribiendo aunque no publicara».


Este es Pedro Villanueva, un escritor asturiano que ha presentado un libro en el Hotel de la Reconquista, en lo que en principio fue un hospicio y la razón por la que se construyó. Lo que ya sabemos los ovetenses, pero bien contado, supongo. No lo he leído aún. Escucharé la opinión de mi señora madre, antes de hacerlo.