Este artículo fue publicado en el diario
EL COMERCIO el sábado 16.05.2015
Salía yo de misa en la Basílica del Sagrado Corazón un
domingo de estos, y me planteé cruzar la calle y sucumbir al reclamo del cartel
anunciador de la exposición fotográfica de Stephen Shore, que tiene lugar en el
Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón, desde el 26 de marzo al 14 de
junio. Faltaban cinco minutos para la apertura de la misma y me pregunté si
merecía la pena esperar. Sin dudarlo mucho y, a pesar de mi desdén por el arte de
la fotografía, decidí aguardar el momento de inicio, leyendo la hoja parroquial
de la “Iglesiona”. Puntualmente llegaron tres chicas, nada menos, para atender
la exposición. Amablemente me indicaron que en un par de horas tendría lugar una
visita gratuita y guiada y, con la misma amabilidad, decliné la invitación. Si
ya me costaba esperar cinco minutos, ni se me pasaba por la imaginación echar dos
horas más. Empleé diez minutos en verla, incluyendo el tiempo de lectura de los
textos explicativos en cada sala. Según la comisaria de la exposición, ésta es
la más completa de las realizadas hasta el momento del señor Shore que, en su
opinión, es uno de los fotógrafos cuya influencia ha sido más visible y
destacada en las últimas tres décadas. Traté de averiguar, sin conseguirlo, el
significado de algunas imágenes, como por ejemplo el cuadrante de fotos de una misma
piedra, vista desde cuatro perspectivas diferentes. De haber esperado a la
visita guiada, estas dudas supongo que se habrían disipado pero procuro, en
todo momento, desarrollar mi propio criterio. También me pregunté por qué no
habrían utilizado como reclamo de la exposición, la fotografía del retrete. ¡Sí,
eso es! Si usted ha visitado la excelsa exposición, habrá comprobado como yo
que en ella había un retrete, bien retratado. Debo pedir disculpas porque mi
ignorancia en cuestión de fotografía, me impide comprender el profundo
significado artístico que debe de tener el retrato de un retrete.
¿Por qué recurrir a la belleza de una desnuda espalda
femenina con una piscina de fondo para atraer al visitante? En este mundo de
cosificación de la mujer, la belleza femenina se usa como reclamo de todo. Ya
sea de un cosmético rejuvenecedor, lo cual puede tener su sentido, ya sea un
anuncio de un automóvil o de un detergente. No discuto el valor de estas
exposiciones, en absoluto, y me parece bien que se destinen fondos a ello. La difusión
de la cultura necesita de ayudas y si usted, amable lector, ha sacado mayor
provecho y placer que yo de la contemplación de dicha exposición, me alegro mucho
de ello, porque los recursos estarán mejor empleados en su caso.
Personalmente salí con la misma idea que
entré. No cambió en nada mi mundo, ni extraje emoción alguna. Tal vez una
cierta molestia por el retrete retratado. Mi interés por la fotografía sigue
siendo el mismo, con o sin Shore. A mí me interesan las fotos de mi familia en
general, de mis hijos en particular que, por cierto, me salen bastante bien,
por la sencilla razón de que les dedico mucho tiempo. Y también me interesa la
foto fija, no revelada ni representada en ninguna otra parte salvo en mi
cabeza. La foto fija de un encuentro de un mes de julio, de hace muchos años, del siglo pasado, sin el
cual, las fotos de mis hijos tampoco habrían sido posibles. De la imagen de
ese hombre tan alto, demasiado alto para mí, de ese encuentro raro, porque raro
es ver por primera vez a quien nunca has visto, de esa presencia que adivinas
en ese momento que será importante, aunque sólo con el pasar del tiempo - el
mejor juez posible -, descubres su verdadera importancia. ¡Cuánta gente nos
pasa por delante y resulta inerte! Y de
repente...