jueves, 10 de enero de 2019

The last one! "Aire fresco para Barcelona"

Este artículo fue publicado el 31/12/2018 en el diario EL COMERCIO 

Último artículo del año en el último periódico del año 2018


Visité recientemente Barcelona para una visita de médico, literalmente. Se definen como tal las visitas cortas y así habían sido las mías previas a la Ciudad Condal, por sendos congresos. La sangre no llegará al río y parece que seguiré dando guerra, con su permiso, amable lector. Poco antes de mi partida escuché una entrevista radiofónica a Manuel Valls por parte de una de las periodistas “estrella” de las mañanas, que me dejó helada. Le cortaba en cada argumentación y no entendía la visión de alguien que no está en la guerra del día a día de los políticos españoles y su peculiar forma de hacer política. En todo momento, en la entrevista, Valls se quiso mostrar como un político preocupado por los problemas reales de Barcelona y que pretende trabajar por ello contando con el apoyo de un partido liberal, progresista y europeísta, desde una plataforma independiente. Valor no le falta a la jugada y energías al candidato, tampoco. Hay quien lo considera un oportunista. Yo lo veo como un hombre que con 56 años todavía tiene ganas de volver a empezar: cambiar de trabajo – viene de ser primer ministro francés –, cambiar de ciudad y, tal vez, todo ello motivado por el cambio de esposa: Susana Gallardo, dueña de los laboratorios farmacéuticos Almirall, de la alta burguesía, bien contactada, con una agenda abierta a disposición del ex premier francés y madre de tres hijos. Uno menos que Valls, que va por su tercer matrimonio. Otras voces señalan que la razón por la que el ex primer ministro socialista francés decidió convertirse en candidato independiente a la alcaldía de Barcelona, al apoyarse en su doble nacionalidad franco-española y anti independentista, es que Macron jamás le dará un lugar. Valls se sintió un solitario en sus filas parlamentarias, con su pública adhesión no solicitada, pero no era querido ni respetado entre los macronistas, ni puede volver al socialismo francés. Originalidad tampoco le falta al candidato, porque no hay precedente de un viaje político semejante en la historia europea. Valls ha roto con la política francesa y regresa a Cataluña, donde nació. Habla fluidamente su lengua y su tercera mujer es una millonaria catalana, que apoya su aterrizaje. Su objetivo es conquistar Barcelona y su alcaldía frente a la populista Ada Colau. Los detractores de Valls señalan que es el último recurso de un político que se quedó sin partido, sin militantes y sin cartuchos en Francia, por su abrasiva personalidad y sus métodos. Volver a casa fue su solución. Si la jugada no le sale bien, el golpe es de órdago y supondrá empezar desde cero.


Los días previos a mi visita, médicos, universitarios, profesores y funcionarios catalanes habían tomado las calles para presionar a Torra. Las protestas sociales marcaron el inicio de las negociaciones sobre los presupuestos catalanes y diversos colectivos reclaman mejoras en sus ámbitos que resultan necesarias en un lugar donde los políticos parecen más preocupados por las guerras de banderas que por los problemas del día a día de la gente, demasiado prosaicos en comparación con sus “elevadas” discusiones de si somos catalanes y españoles, o sólo catalanes o sólo españoles. Este político, yo diría que francés, tiene un motor que es “oh, l´amour”, para ponerse a trabajar, enfrentarse a problemas verdaderos y proponer soluciones sólidas. Yo creo que podría aportar un poco de aire fresco a la política catalana, tan enrarecida con el “ser o no ser”. No me toca votar en esa ciudad pero aunque sólo sea por el valor que le echa a la jugada, yo le daría una oportunidad a alguien con tantas ganas trabajar cuando otros, a su edad, ya están viejos, aburridos de su pareja pero con la que deciden seguir porque es muy tarde para cambiar y pensando en prejubilarse, si fuera posible. Sólo por eso votaría a este hombre exuberante de amatividad.