sábado, 2 de octubre de 2021

Gijonadas

 Gijonadas nos cuenta Adrián Ausín, esti cilúrnigo - como el mismo se define - bien contadas. 

900 euros sangrantes



Adrián Ausin
ADRIÁN AUSINGijón

Un gijonés sale de su casa en coche para acudir a una cita laboral. Es autónomo, enfocado al sector de la construcción y no suele llegar a fin de mes. Decide salir a la ronda por Viesques y cuando recorre Gloria Fuertes no recuerda esa nueva normativa que obliga a circular a 30. O sea, en segunda y calándose el coche. Estamos en mayo. El balance del día, en el cual no se definió el trabajo que porfiaba, lo conocerá varias semanas después. Multa de 300 euros no rebajable y dos puntos. Como no tiene dinero, la deja aparcada con un cabreo de mil demonios. Sin embargo, esto no es nada comparado con la siguiente notificación. Los 300 euros se convierten en 900 como por arte de magia. El motivo, si es que puede existir una justificación a semejante dislate, es no haber identificado al conductor, lo cual, cuando hay puntos de por medio, triplica la sanción. Al repasar la multa ve en la parte baja de unos huecos para tal fin pero pensó, juiciosamente, que eso era por si el conductor era una persona diferente al dueño del coche. Su buena fe de ciudadano medio que lucha cada mes por la vida chocó a novecientos por hora con la mala fe de esta administración que nos afuega hasta límites obscenos. El sueldo de un mes, 900 euros, no por conducir borracho ni por hacer rallys urbanos, sino por 'no darse cuenta de'. Un desliz inocente, e inocuo, que quiebra la economía de un gijonés de forma dramática. Acude por si acaso a la Antigua Pescadería, donde contempla un extraordinario refuerzo del personal en el mostrador para pagar sanciones. Allí le dicen, fríamente, que lo tiene crudo. Que pague. O acabarán por embargarle lo poco que tiene.

Cuando indagas el caso de este ciudadano desesperado descubres rápido un par de casos más. El de un vecino de El Coto (no estamos diciendo Sunset Boulevard) que pagó los 900. Y el de una gijonesa que logró años atrás que dieran marcha atrás a la barbarie.

La estrategia es clara: recaudar, apilar, sangrar sin piedad ni mesura. La reacción, suerte que tienen, solo es la impotencia. De momento. Esta es nuestra administración. La misma que paga (dice) la desproporción de 29.000 euros al mes por alquilar una planta del San Agustín para mayores cuando está Gijón lleno de locales vacíos. ¿No será mejor en todo caso comprar? O que alquiló aquellas cocheras de EMTUSA por las que íbamos a pagar 84 millones en 25 años. O que paga un millón por la parcela para la ITV de Granda. Hay derroches intolerables, por no hablar de chorra-bonos. Y al final los pagamos nosotros, los que trabajamos, los mismos de siempre. Así llegó un día la revolución francesa.