miércoles, 6 de octubre de 2021

Excelencia Universitaria Finlandesa

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha feliz de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. Sin lugar a dudas, una de las mejores decisiones de mi vida. 

Este artículo fue publicado en Tribuna de Opinión 

de EL COMERCIO el 11/04/2010



Decía mi admirado Oscar Wilde en su obra teatral “Una mujer sin importancia” que,  “hoy día, ser bien educado es un inconveniente: nos excluye de muchas cosas”. A mi juicio, es un pensamiento perfectamente trasladable al siglo XXI. Tras mi reciente estancia en la Universidad finlandesa de Tampere, estoy convencida de que la buena educación de los estudiantes universitarios de ese país los excluye de muchas cosas que, aunque algunos de sus homólogos españoles las puedan considerar divertidas, no son sino el reflejo de su inferior nivel de educación.
Dado que el grado de internacionalización alcanzado por algunos de los grandes bancos españoles es algo que se puede vender fuera de nuestras fronteras, no encontré razón alguna para negarme a la invitación realizada por esta Universidad a impartir un curso sobre “Internacionalización Bancaria” y contribuir, asimismo, a estrechar las relaciones entre la Universidad de Oviedo y la de Tampere, con la que tenemos firmado un acuerdo de movilidad docente. Nuestra institución vive además un excelente momento que hace que sea fácil hablar de ella fuera de Asturias. Por otro lado, me motivaba mucho impartir clase a unos estudiantes que, según el informe PISA (Programme for International Student Assesment) que se realiza cada tres años, obtienen de las mejores valoraciones dentro de los países de la OCDE, en su enseñanza preuniversitaria. ¿La razón de su éxito?. Un modelo educativo estable y con un objetivo definido: la formación y el conocimiento. ¿La razón de nuestro fracaso?. La falta de discusión sobre los objetivos de la enseñanza. Su lugar lo ocupan una constante creación de inseguridades y una continua sucesión de modelos educativos. A ellas se une una gran arbitrariedad que se manifiesta en que todo es combinable y en la pérdida del principio de orden básico que informa a todo conocimiento. Si a ello añadimos la distorsión que los distintos nacionalismos imponen a través del adoctrinamiento identitario y que la formación obtenida en este país no es independiente del lugar donde se estudie, tal vez encontremos en ello la explicación.

Lo primero que me impactó de esta Universidad fue su absoluto convencimiento de que, en nuestros días, la internacionalización de las Universidades no es una elección sino una obligación. Su creencia les lleva a programar en su calendario lectivo la celebración de una semana internacional e invitar a profesores extranjeros a impartir docencia, de la que posteriormente sus alumnos serán evaluados. También lo son los profesores invitados. No menos impactante me resultó el número de alumnos por curso: 20 en este caso. Los finlandeses son pocos en el país – algo más de 5 millones – y pocos en la Universidad. Los profesores sabemos lo mucho que facilita nuestra labor trabajar con grupos reducidos. Y en tercer lugar, impactante su nivel de inglés. No sólo el de la gente universitaria, sino el de la población en general. Que todos los alumnos de primer curso de una carrera puedan atender sin problemas a una clase impartida en inglés es algo perfectamente normal en Finlandia. Me temo que no estamos en condiciones de afirmar lo mismo; tampoco por la parte que nos toca a los profesores. 




Es extraordinario que desde el gobierno de nuestra Universidad se esté apoyando la mejora de la formación en inglés de los profesores que formamos su plantilla con el objeto de que, en breve plazo, haya un mayor número de docentes dispuestos a dar clase en la lengua de Shakespeare. En Finlandia, lo que es extraordinario, o sea, fuera de lo ordinario, es que a cualquier profesor universitario no le resulte prácticamente indiferente impartir una clase en finés o en inglés. Para encontrar explicaciones a esto uno puede apoyarse por ejemplo en el hecho de que no recurren al doblaje. Películas y series de TV extranjeras en versión original subtitulada facilitan el aprendizaje del idioma y acostumbran al oído a escuchar esta lengua, lo cual es muy importante. En todo caso, es sólo un factor más. Mi campo no es la genética, pero me da que en el ADN de los españoles no hay nada que indique que tengamos una tara que nos impida ser bilingües. En mi opinión, es más una falta de voluntad y de motivación. El tiempo, si se quiere, se saca de cualquier parte. Tampoco nos faltan los medios. Siempre recordaré las palabras de mi profesora de italiano, nativa del Piamonte, que nos contaba que en su país no existen centros oficiales para la enseñanza de los idiomas a bajo coste. Existe la enseñanza en los colegios e institutos – que no es de gran calidad, más o menos como aquí – y las academias privadas, bastante caras. Los medios, por consiguiente, los tenemos y a disposición de todos. Otra cosa es querer aprovecharlos.

Los finlandeses son protocolarios y formales, al menos en la Universidad. Sirva como ejemplo que en las tesis - que se defienden según un ritual muy estricto-, exigen a los miembros del Tribunal que vayan revestidos con el traje de doctor correspondiente a su Universidad o, en su defecto, traje totalmente negro (americana y pantalón). Habituada a las tesis en España, me pareció un protocolo muy exigente porque aquí cada uno va como quiere y, caso de llevar traje, se pone el que quiere o el que tiene. En cualquier caso, creo que es muy positivo que todo el mundo en el ámbito universitario finlandés -estudiantes y profesores- parece tener clara la separación que debe mantenerse entre lo público y lo privado. La diferencia es tan obvia que no necesita mención. Confundir ambos espacios constituye una prueba de algo que he constatado en mis años de experiencia universitaria y que el amable lector también sabe: que inteligencia y sentido común no siempre van unidos.

No sé si la noticia de lo sucedido en el aula magna de Económicas con nuestro ex presidente llegó o no a Finlandia. Afortunadamente no me preguntaron por ello, con la extrañeza de que es algo que difícilmente podría suceder en un aula universitaria de ese país nórdico. De haber sido interrogada al respecto, además de sonrojarme, no se me hubiera ocurrido otra explicación de tan deplorable hecho por ambas partes – estudiantes que impiden el uso de la palabra y dirigente político que responde con vulgar gesto – que la actual pérdida de formas que se vive en nuestro país entre la clase política y la clase universitaria. Clases ambas de las que cabría esperar que se relacionasen entre sí con un mínimo de clase. Que además el fondo del debate tenga peso, eso debería darse por descontado. Lo cual, en algunos casos, desafortunadamente es mucho suponer.