Pues por lo que cuenta el artículo, parece una lectura muy apropiada para lo que estamos viviendo y para lo que nos queda por delante. Un cambio, sin duda. Un cambio para cuando salgamos de esta pandemia, que será más tarde que pronto, aunque me gustaría equivocarme.
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20201106/articulo-opinion-silvia-cruz-desgarro-coronavirus-8192409
La vida nos ha
abandonado. Por desgracia, en miles de casos, literalmente. En el resto,
millones, no de forma literal, pero sí definitiva. Se ha
roto la pareja que forma cualquier vida con la vida y ya no se
celebran como antes bodas ni funerales. Vivimos en un mundo con niños y hay
colegios, pero las clases se dan y se reciben al ritmo que marca el último
contagio. Hay músicos y no hay conciertos. Y se producen despidos que hacen
desaparecer productos de la nevera y de las fotos veraniegas del
futuro el bungalow, la sombrilla, quién sabe si hasta la playa.
Ya ni siquiera nos queda sorna para pronunciar, como
hacíamos al inicio, "nueva normalidad", y en lugar de
acostumbrarnos, echamos cada vez más de menos la vida vieja. Por
eso hasta el más descreído y despegado se pregunta a veces si podrá comer
polvorones este año. Como si el calendario tuviera el poder de arreglar algo.
De desajustes así habla la filósofa Claire
Marin en 'Rupturas' (Alienta, 2020), donde aborda cómo afrontar separaciones que implican
cambios radicales en nuestras vidas. A veces son positivos y
esperados: por ejemplo, un parto. Otras, negativos y no deseados:
una enfermedad, un despido, un accidente. Cortes que acaban con la vida conocida
y obligan a planear otra. El libro, publicado originalmente en
francés en el 2019, no habla de la pandemia, pero abordar sus páginas en estos
tiempos hace inevitable interpretar la crisis del covid como una de esas
rupturas de las que habla Marin.
Nadie será el de antes
Quien busque alivio inmediato al malestar del encierro, el cambio y el
desasosiego, debe saber que este libro no funciona a la velocidad
falaz de la autoayuda. Narra otras rupturas pasadas y recopila qué han dicho
otros que pensaron en esto antes que ella. Desde el inicio lanza pequeñas conclusiones, pero no consejos, ni
soluciones, pues no hay dos tristezas iguales, ni dos personas iguales y por
eso hay quien sale a flote con más fuerza y quien se queda en el intento,
como un fantasma, añorando al amor perdido, al familiar muerto o la
vida sin hijos y sin pandemia.
“Tras una ruptura
biográfica esperamos con impaciencia el regreso de la vida normal”, escribió
el pensador George Canghillem. Y esta ruptura con la vida
de ayer –la que tenía hotelitos con encanto, puentes y navidades–
es biográfica pero también histórica. Por eso haríamos bien en atender a lo que
dijo el francés, también médico, cuando afirmó que tras
ninguna enfermedad vuelve nadie a ser cómo era cuando estaba sano.
Nadie. Imaginen tras una pandemia, donde ya es evidente que nada volverá a ser
como fue antes.
Reconstruirnos
Pero paciencia,
que si la ruptura es cruel, dice Marin, es porque no es un corte
limpio y rápido. No es un tajo, es un desgarro. Y en ese intervalo
entre que nace y se consuma hace nido esta incertidumbre que nos atormenta. En
algún momento habrá que afrontarlo y empezar otra vida, no
necesariamente una nueva, pues una crisis nos cambia, pero no nos
convierte en quien no somos. Una desgracia nos descubre, pero no convierte en
valiente al cobarde, ni en sabio al necio. Por eso, en la tarea de
reconstruirnos, no habría que esperar milagros y ser
conscientes de nuestras limitaciones. Y lo dice la autora sin
pesimismo, con una prosa cálida y pausada, con la que explica, con una
compasión conmovedora, que a veces el único confort que puede extraerse de una
catástrofe es comprobar que la vida se puede vivir de
otra manera a como nos habían enseñado. Es un aprendizaje duro, de
cocción lenta, pero si lo pensamos bien, no es poca cosa.