Me pongo la mascarilla para venir hasta el despacho. Me cierro y me la quito rápido porque me agobia. Pienso en mis hijos. Toda la santa jornada con la mascarilla puesta. En los recreos, en las clases de educación física, haciendo ejercicio con ella.
Y ventilando las clases constantemente. En Asturias, en noviembre, con frío, con humedad, con lluvia y las ventanas abiertas de par de par. Aquí, en este entorno.
Van a morir de frío, no de este bicho.
Benditos niños.
El cole, con la Torre al fondo...