Este artículo fue publicado en TRIBUNA de ECONOMÍA
de EL COMERCIO el sábado 14/11/2020
La noticia de la llegada de una vacuna eficaz contra el
coronavirus ha sido como un balón de oxígeno estos días porque es lo único que
puede hacer cambiar la tendencia de lo que afrontamos: la peor crisis económica
en 75 años. Me caracterizo por ser optimista, pero los datos y la situación económica
me llevan a sostener la afirmación anterior. La pandemia aún está lejos de ser
doblegada, el número de infectados vuelve a multiplicarse y la economía sigue
acusando el duro golpe que está suponiendo la paralización de muchas
actividades productivas. Nuestra vida social se ha reducido al máximo, el
teletrabajo se ha instalado en nuestras vidas y hemos dejado de viajar, hacer
turismo y salir a cenar al restaurante. La llamada nueva normalidad está
reconfigurando el mundo, tal y como lo conocíamos antes de Covid-19. Entre las grandes economías, España será la que sufra una
mayor recesión. Además, es muy probable que la incertidumbre entre los
empresarios y la caída de la facturación lleve a un mayor incremento del
desempleo en la recta final del año, lo que provocará un golpe añadido sobre el
consumo. Lo que en un principio parecía una crisis muy profunda pero breve
se antoja ahora de consecuencias duraderas, ya que es posible que el PIB y el
empleo anteriores al coronavirus no se recuperen hasta dentro de varios años. Según
el Fondo Monetario Internacional (FMI) el colapso de 2020 dejará cicatrices
hasta bien entrado el medio plazo. Después de que el confinamiento laminara el
PIB español en un 21,5% en el segundo trimestre, la mala temporada turística de
verano, lastrada por los rebrotes del coronavirus y el desplome del turismo
extranjero, ha llevado a que la recuperación sea apenas perceptible. De acuerdo
con distintas previsiones, la economía apenas recuperaría en el tercer
trimestre entre un 40% y un 45% del terreno perdido frente a los niveles pre-crisis
y la mala noticia es que el trecho que queda para volver a alcanzar las cifras
de 2019 será muy difícil de recorrer.
Al desplome económico del
12,8% este año hay que sumarle un golpe en todas las áreas clave de la
economía: el consumo privado caerá un 14,8%, la inversión, un 16,2% y las
exportaciones, un 25,5%. Sólo el gasto público, con un alza del 3,7%, se
mantendrá en ascenso, aunque será insuficiente para impulsar el conjunto de la
actividad. De hecho, un vistazo a las perspectivas de crecimiento en las
grandes economías del mundo muestra que España no sólo queda muy por debajo de
otros países de nuestro entorno sino el último de todos ellos, con un desplome
que triplica al de Estados Unidos y duplica al de Alemania. Y esto no sólo se debe
al elevado peso turístico, ya que países como Italia acusan un golpe inferior
al español sino, en mi opinión, a la mala gestión de nuestro gobierno. Por el
momento, el mercado laboral parece haber contenido el golpe, pero todo apunta a
que se encuentra en una situación similar a esos últimos instantes de unos dibujos
animados que me gustaban mucho de niña, en los que la gravedad espera a que el
coyote se dé cuenta de que está flotando en el vacío antes de dejarle caer en
picado. Las últimas cifras de empleo muestran que los empresarios han dejado de
recuperar a los trabajadores del ERTE a la actividad y, dadas las elevadas
restricciones a buena parte del sector servicios, es muy probable que la
reincorporación se detenga. Es más, vista la dificultad para aumentar la
facturación en los próximos meses, muchas compañías pueden optar por despedir
definitivamente a sus trabajadores, estén en ERTE o no. De hecho, el CIS alerta
de que cada vez hay un mayor número de trabajadores que temen perder su empleo,
lo que está retrasando el consumo de bienes duraderos. Esto, junto con los
rebrotes de la pandemia y las mayores restricciones sanitarias, oscurecen las
previsiones del último trimestre del año.
En mi opinión, si la vacuna
llega más pronto que tarde, - eso espero -, hay retos en todos los niveles. De
manera global, la guerra comercial y la polarización política deberán
suavizarse y el cambio de gobierno en EE.UU. puede ayudar a ello y obliterar
errores de Trump. Otra buena noticia, sin duda. La Organización Internacional del
Trabajo estima que la pandemia está afectando de alguna manera a unos 3.300
millones de trabajadores en todo el mundo. Es evidente que hay que actuar en
ese frente; la sostenibilidad está en la hoja de ruta de los gobiernos; a nivel
europeo, la mejor resolución del Brexit es básica desde el punto de vista
económico, así como potenciar la digitalización y 5G y, por supuesto, reforzar
el sistema sanitario, además de dedicar dinero a investigación, es fundamental
para salir de la mejor forma de esta crisis tan grande que nos ha traído un
bicho tan pequeño.