Tenía 95 años y se nos acaba de ir. Tuvo una existencia plena y con mucha calidad de vida hasta este último año, en que se ha ido apagando poco a poco y no por culpa de este bicho antipático, sino porque ya le tocaba.
La persona más generosa de mi familia, en una familia donde todos somos generosos. Ella se llevaba la palma.
Me quedan sus boleros, sus bellos libros, sus grabaciones operísticas, su colección de clásicos de cine y todo el cariño y el amor que nos dio que fue muchísimo.
¿No podrá acabarse ya este condenado 2020? ¿O hay que sufrir todos y cada uno de sus días?
Au revoir, Madame. 16/11/2020.
Un arpa solitaria en el tanatorio gijonés y, luego, las llamas.
