Ayer me pasé un buen rato en el ambulatorio. Enfrente tenía este cartel. Ciertamente el tabaco no es necesario para nada. Otras drogas más fuertes tampoco, creo yo.
En mi casa todo el mundo ha fumado: mi madre, mi padre, mis hermanos varones. Mis padres lo dejaron hace mucho y mis hermanos van y vienen.
Siempre he sido una mujer con ideas propias. La única que no he probado el tabaco en mi casa, en mi vida, he sido yo, lo cual, no es garantía de que te puede tocar una enfermedad respiratoria, está claro.
Pero bueno, el cartelito tiene razón. Mejor sin tabaco.
Dejo algo más agradable que el tabaco. La felicitación que ha enviado un compañero a media Facultad de Economía y Empresa. Se lo curra mucho.
