Este artículo fue publicado en TRIBUNA
del 12/12/2019 en EL COMERCIO
Se dice que la política hace extraños compañeros de cama
y nunca tan cierto como en esta ocasión. Estaba yo esperando, tras el intenso
abrazo entre los elegidos en las pasadas elecciones, - que ¡ojalá fueran las
últimas hasta dentro de cuatro años! - la formación del que algunos llaman
gobierno social-comunista y que, parece ser que va a tener que esperar algo
más, porque ERC no permitirá la investidura de Sánchez antes de Navidad. El PSOE
aspiraba a investir a Sánchez entre el 16 y el 19 de diciembre pero ya trabaja
en el escenario de no poder empezar el debate hasta el 13 de enero por falta de
apoyos, en el momento que escribo estas líneas. Y se irán sus señorías de
vacaciones de Navidad, como se fueron de vacaciones de verano, con los deberes
sin hacer y sin un gobierno formado. El actor protagonista de esa genial
película de Almodóvar titulada “Dolor y gloria”, Antonio Banderas, dijo, con
más razón que un santo, que tenemos a los políticos como si fueran vedettes:
estamos todo el tiempo pendientes de ellos, de si se reúnen, de si no se
reúnen, de si hay acuerdo, de si lo deja de haber, cuando lo único admisible
tras unas elecciones es que sean capaces de negociar y formar un acuerdo de
gobierno lo más rápido posible y no tener al país en esta situación de
interinidad, que tanto perjuicio provoca. Lo que peor me parece de todo esto es
que, ante la total incapacidad de formar gobierno en las elecciones previas por
parte de unos candidatos, se haya permitido presentarse a los mismos. Es
inaudito. No tiene coste alguno para ellos y así seguimos.
¡Qué buena ilustración de Gaspar Meana!
Tras el lampo de ese abrazo intenso que se dieron los
protagonistas, se barajaba la idea de que hubiera tres vicepresidentes: Carmen
Calvo, Nadia Calviño y Pablo Iglesias. Cuando lo escuché, me eché a reír. No
podía parar. Debería haber llorado pero me dio por reír. En primer lugar, estaríamos
ante la repetición de alto cargo de esa funcionaria que ensucia tal nombre y
que declara que “el dinero público no es de nadie”. Tal sentencia, que debería
haberla llevado a dimitir del cargo al día siguiente si esto fuese Alemania,
pone de manifiesto la incompetencia e ignorancia de esta mujer, lo inadecuado del
puesto para sus capacidades reales y lo irreverente para con la función
pública. Ni yo, ni ningún funcionario público de los que conozco y con los que
trabajo cada día y que somos conscientes del peso que supone nuestro sueldo
para las arcas públicas, ninguno seríamos capaces de tal afirmación. Ni de
pensarlo, ni mucho menos decirlo; pero a esta vicepresidenta a la que se le
conceden muchos mimos y se le permiten tonterías de ese calado no sé en base a
qué (¿a qué lleva toda la vida medrando en cargos públicos que le sobrepasan,
ergo es intocable?), a esta vicepresidenta se le ha permitido, se le ha
tolerado y, además, hay intenciones de renovarla en su puesto. El otro
potencial vicepresidente sería Pablo Iglesias. Sobre su capacidad en general, –
la anterior, Carmen Calvo, sacó su plaza de Titular de Universidad pero a este
señor un tribunal inspirado se la negó –
y sobre su capacidad política en particular, digo lo mismo que sobre su
atuendo y peinado: sin comentarios. No merece la pena gastar tinta. Y quedaría
Nadia Calviño, la única persona en este trío vicepresidencial que tiene una
preparación como para llevar una cartera ministerial. De hecho, de su
preparación tuvo algo que decir el que yo llamo el ministro “flash”, Román
Escolano Olivares, “Román el breve” se le podría llamar, porque mantuvo su
ministerio tan solo del 8 de marzo al 1 de junio de 2018, con el PP y, además
de haber sido preparador de Calviño en las oposiciones, tiene un cv profesional
y una capacidad para el cargo inversamente proporcional a la duración de su
mandato ministerial: o sea, amplísima. La vida es injusta; también la política.
Pues si esta vicepresidencia tricéfala se logra será digno de ver y de
escuchar. No quisiera perderme yo los resultados de su negociación en términos
económicos. Lo que me tranquiliza es que ella – Nadia Calviño - saldría
claramente ganadora, por la cuenta que le tiene a la economía española. Calviño
e Iglesias, para determinados temas de parné, son como el agua y el aceite. El
uno queriendo nacionalizar bancos, ya sabemos cuál, y la otra tratando de
ponerle sentido común al asunto. Tiene de su parte que el gobierno de la UE,
que ella tan bien conoce, no lo consentiría. La única forma de volver a tener
un banco público sería que Franco levantara la cabeza y nos saliéramos de la
Unión Europea. Y Franco no la ha levantado, pero se han paseado sus restos
durante la campaña electoral. Parecía más vivo que otros políticos en campaña y
ahí tenemos los sorprendentes resultados de la derecha más intensa. De los
diversos temas económicos que podrían ser conflictivos entre ambos, cito el más
llamativo y el que más incertidumbre genera, sobre todo para Bankia que quiere
conocer cuál va a ser su futuro. Menciono ese pero hay puntos de choque como
para cuatro artículos.
Seguimos sin gobierno y sin la posibilidad de
tener uno antes de los turrones y el cava, si no lo arreglan. Nuestra paciencia
como electorado es infinita. Ahora bien, si se logra el gobierno para el 2020 y
este trío vicepresidencial que se ha anunciado tímidamente se establece como
definitivo, estaremos muy pero que muy entretenidos con estos extraños
compañeros de cama. Con el juego que van a dar como alimento para telediarios y
tertulianos, que no parecen tener otro tema, ni otras noticias importantes que dar
pábulo a esta camarada de políticos. El juego podrá entretenernos, pero el
resultado no genera apuesta ninguna. El ganador está claro. O, mejor dicho,
ganadora: rubia, pequeñita, de piel clara y sobradamente preparada. ¿Alguien se
va a atrever a contradecirla? El señor de la coleta no, básicamente porque no
tiene argumentos económicos ni capacidad para ello; hará un paripé por aquello
de que tiene que dar juego a su electorado, pero tragará con lo que diga Nadia
porque querrá mantenerse en su goloso puesto y tiene bocas que alimentar en su
familia numerosa formada de manera fugaz. ¿Será del Opus y nos ha tenido
despistados? Ya se sabe aquello de “todos los hijos que Dios nos dé”. Rivera y
Malú también se han puesto a ello. Más productivos en niños que en legislación,
estos políticos que nos han tocado. Bienvenidos los niños y, además, de verdad.