miércoles, 14 de octubre de 2020

Raventós y los economistas de servilleta

 Este artículo fue publicado en Tribuna económica 

del diario EL COMERCIO el 13/10/2020

Daniel Raventós Pañella es profesor titular en el Departamento de Teoría Sociológica y Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona y asesor de Unidas Podemos. Entre sus publicaciones, en el ámbito de la Sociología, destacan las que tienen que ver con la defensa de una renta básica incondicional. O sea, para todo el mundo. Rico o pobre. No sé si a sus 62 años, sus publicaciones le llevarán a jubilarse como catedrático. Le quedan 3 años, si no lo prolonga. Tal cosa no me incumbe. Lo que sí me afecta, básicamente porque no lo comparto y sería terrible para la economía española que su idea tuviera éxito, es su defensa de algo que carece de sentido económico y social. Cuando se aprobó el Ingreso Mínimo Vital me mostré a favor y lo publiqué a través de este medio. Es lo lógico y necesario, por una cuestión de dignidad humana y por razones económicas: quien no tiene trabajo y no lo encuentra, deseando trabajar, debe recibir una asignación. La idea subyacente es que las personas se valgan por sí mismas; que no sean dependientes y que, un día, vuelvan a trabajar porque eso les permite ser libres y autónomos. Estas ayudas, en su planteamiento, son temporales – hasta que encuentren trabajo, si lo encuentran- y condicionadas, es decir, para las personas que lo necesitan. De la misma forma que pienso que solo deben ser becados los estudiantes universitarios que lo necesitan, no los hijos de los millonarios, no comparto la idea de que todas las familias perciban una ayuda por tener hijos. Yo recibía con sorpresa ese cheque mensual por el nacimiento de mis hijos, no porque me sobre el dinero, sino porque me preguntaba: “¿no habrá otra madre que lo necesite más que yo?”.


La defensa de una renta incondicional para todos, ricos incluidos, está en la base de una reforma fiscal, donde salgan perjudicadas, según Raventós, las clases más pudientes. Los tipos impositivos de las rentas altas hacen que muchos opten por buscar alternativas que les permitan no tributar como personas físicas, lo que constituye una pérdida de ingresos. Por consiguiente, veo muy poco factible que su aplicación sea posible, y subir la presión fiscal en este país no ayudaría a nadie. Contra lo que hay que luchar es contra el fraude fiscal. A los que no nos salen las cuentas en este sentido, Raventós nos llama “economistas de servilleta”. La hoja de cálculo también la uso, de veras.

Las rentas universales no funcionan. Lo vieron los suizos cuando se sometió a referéndum y dijeron que nones. Un pueblo responsable se percató, motu propio y antes de su posible aplicación, de que eso sería un colapso para su saneada economía. Decidieron seguir trabajando todos, honradamente y ganar el pan con el sudor de su frente suiza. Los nórdicos, un grupito de ellos, hicieron un experimento. La implantaron temporalmente, no en todo el territorio, - ahorro los datos del experimento – y poco después la derogaron. Conclusión finlandesa: desmotiva al trabajo. Anula la voluntad de trabajar para quien no tiene ganas de hacerlo. Al margen de que, en la situación actual española, con el nivel de déficit añadido por esta situación de pandemia, no es viable una renta incondicional para todos, lo más relevante sin que sea desdeñable lo anterior, es la filosofía implícita: sin trabajar, se puede vivir, así que ¿por qué trabajar? De hecho, el propio Raventós afirmó que no trabajaría, por ejemplo, en el País Vasco donde una persona puede tener una renta garantizada de 653 euros, mientras que por 900 euros tendría que trabajar. Hace el cálculo de la diferencia por hora y decide no trabajar. No le chirría la idea de ser dependiente del Estado, o tener un trabajo propio y aportar valor añadido. Sencillamente, de manera egoísta, mira para sí, y declara que por la diferencia no trabaja. ¡Alucinante! No todos tenemos la misma filosofía vital, ni el mismo estómago. Remato con nuestros puntos de coincidencia. Vivimos en un país con una clara injusticia económica, históricamente aceptada: la financiación del País Vasco y Navarra, que hace que se puedan permitir decisiones económicas que el resto ni podemos soñar. Y el otro punto en común es que la gente no se puede morir. Hay que ayudar, eso sí, con un sistema ágil y rápido que les permita salir adelante. Coincidimos también que el magnífico librito de Sara Mesa, “Silencio administrativo” es un ejemplo de lo que no puede ser: que los subsidios no lleguen a quien deban llegar por la maraña burocrática. Eso se puede y debe solucionar, pero no invalida la idea positiva de que solo tiene sentido ayudar a quien lo necesita, mientras lo necesita. Por cierto, si algún día tuviera éxito su idea, solicito que la parte que me toca a mí, se la deriven a Raventós. ¿Ganar yo dinero sin trabajar? No, gracias.