viernes, 6 de septiembre de 2019

¡LOCA!

Paseaba yo con mi niña este verano por la calle, tras haber dejado a su hermanito en una de esas larguísimas partidas de ajedrez de cinco horas, cuando un niño que estaba delante de nosotras, en el paso de cebra, le dijo casi chillando a su madre: "Pero mamá, ¿qué haces?, ¿estás loca?". La madre parecía que se disponía a cruzar con el semáforo en rojo para los peatones, porque veía que no venía ningún coche en ese momento. La verdad que yo lo he hecho alguna vez, pero nunca acompañada de mis hijos. Por eso del buen ejemplo. Mi niña para eso es super-respetuosa de las normas, y siempre va de la mano. A su hermano mayor le costaba más y, a veces, va por la calle despistado o pensando en alguna jugada de ajedrez, o lo que sea que tenga en la cabeza, y eso me preocupa. 
Ante la reacción del niño mi hija me dijo: "Mamá, pues claro, el niño tiene razón. Si no respetas las normas, está loca". Yo le contesté: "Puede que no lo esté, pero la toman por loca y por imprudente, claro está. Mejor respetar las normas, hija mía, y cruzar a su debido tiempo". 
Pensando en esto que le acababa de decir, no pude evitar darle vueltas a cosas que se te vienen a la cabeza. Puede ser que cumpliendo las normas te vaya mal en la vida. Tengo alguna amiga y conocida que le ha ido muy mal. Pero fatal, fatal, cuando nada parecía indicar que podía ser así. Lo que está claro es que si no respetas las normas es más fácil salir herida y que te tomen por loca. Así que mejor esperar a que se ponga verde el monigote del peatón, ¿verdad?

¡¡LOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOCAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!