viernes, 13 de septiembre de 2019

Insulto

Está claro que hay una línea meridianamente clara que diferencia el hecho de emitir una opinión discrepante de un insulto. En algún lugar hay que poner una barrera, un límite, una línea roja que no se puede traspasar. Cuando veo algunas intervenciones en el campo de la política, o en el mundo intelectual, la verdad es que me quedo muy sorprendida. El vocablo que aparece en la imagen no forma parte de mi vocabulario. Ni ese, ni otros más gruesos. 
Cierto es que hemos visto, hemos oído y hemos tragado con expresiones mucho más gruesas que esas, la verdad. Imposible negarlo, pero aprender de errores pasados es clave para aspirar a un mundo y a una vida mejor. 
Por muy bajo que sea el nivel o las cotas de bajeza que hayan alcanzado los políticos, los intelectuales o los tertulianos, hay límites que no se deben rebasar. En caso contrario, estamos perdidos. Como país y como ciudadanos, en nuestras relaciones humanas, del tipo que sean.
No se trata de clases sociales (eso no lo podemos elegir y, además, no importa; a cada uno le toca nacer en una familia que no elige), sino de clases de personas, en el ámbito que se trate. Y esto sí lo podemos elegir. Cada uno decide el tipo de persona que quiere ser y el tipo de persona con la que se quiere relacionar. Hay personas que no tienen modales y, lo que es peor, tampoco parecen querer tenerlos. 
Si aceptamos esa bajada de listón en nuestros parlamentos, pobre futuro nos espera como país y como ciudadanos en nuestras relaciones humanas. 
Y no digamos ya, si tras el insulto se le tira una pedrada a la reportera de Televisión Española. ¿Pueblo pacífico? A cualquier cosa se le llama pueblo pacífico que solo quiere hablar, y dialogar, y.....
Ante el insulto, la única respuesta posible para mí es el silencio. Temporal o definitivo, pero silencio. 

Referencia de prensa: 

https://www.lasprovincias.es/culturas/tv/acostumbrada-insulten-20190913235154-ntvo.html