domingo, 8 de septiembre de 2019

De la felicidad

"Dios quiere que algunos de nosotros seamos científicos, que otros seamos artistas, que otros seamos bomberos y doctores y trapecistas. Y  nos da a cada uno una cualidad especial para llegar a ser cada una de esas cosas, aunque solamente si trabajamos los suficiente para desarrollar esa cualidades. Amigos, tenemos que trabajar. Así que, conócete a ti mismo. Aprende a apreciar tus cualidades, y trabaja para desarrollarlas. Así es como se puede ser feliz"
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"El cuerpo de Mary Ann era un árbol en cuyas ramas había cálidos nidos, pero siempre se mostraba algo tímida. Como si no estuviera segura, pero él era mucho más grande. Un triunfador".
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- "Así que te parece que yo hubiera tenido que beber con Janice - pregunta bruscamente. 
-Haz lo que te ordene el corazón - dice Tothero -. El corazón es nuestro único guía"

John Updike
Corre, Conejo. 1960. 




Parece ya muy antigua la leyenda del hombre que sale un día de casa a buscar tabaco y decide no volver. Pues bien, se remonta tan sólo a 1960, año en que, gracias a John Updike, el mundo conoció al inefable Harry «Conejo» Angstrom, cuyas peripecias empiezan a contarse aquí en el momento en que, sin razón aparente, abandona mujer e hijo, su modesta condición de vendedor de MagiPeels y el recuerdo de cuando fue un as del baloncesto. A partir de entonces, Conejo Angstrom seguirá su camino sin rumbo, a la vez esquivando y buscando quién sabe qué. Ni siquiera el lector más sabio podría decirlo, porque ¿quién alguna vez, obedeciendo a un «impulso inexplicable» no ha salido (o deseado salir) huyendo como un vulgar conejo antes que enfrentarse al mundo, o a sí mismo? De ahí que este supuesto «hombre libre» como cualquiera de nosotros tal vez, caiga constante y torpemente atrapado en la enmarañada existencia con la que debe cargar inexorablemente todo ser humano.