lunes, 22 de julio de 2019

Morir o matar



La última vez que vi a Nacho Vegas fue en el concierto de Dylan en Gijón. A distancia. Iba con mi guardaespaldas habitual de metro noventa de estatura. 
Lo cierto es que tiene que ser un hombre interesante, por el tipo de letras que escribe, pero es alguien que la intuición femenina solo me lleva a poner distancia. Física y mental, y la letra de esta canción que escuché ayer, por casualidad, me lo corrobora. 
La canción es muy buena, la letra está bien, pero lo único que me inspira el personaje en cuestión es distancia. Y ojalá tuviéramos 100 Nacho Vegas por Asturias. 

El amor no puede ser, tal y como yo lo entiendo, morir o matar. Suena muy pasional, como la tauromaquia, pero para mí no es eso. 
Para mí es conocer al otro, entenderlo (o intentarlo al menos, con todas mis fuerzas), y que me entienda, cuidarlo, mimarlo, apoyarlo en lo que sea importante para esa persona, ser de algún modo inspiración a algo mejor. Hay personas que tienen la extraña habilidad de sacar lo peor de uno. Aunque sea el camarero de la cafetería por la forma en que te sirve el café. La persona a la que ames, y que te ame, tiene que ser capaz de sacar lo mejor de ti mismo, y viceversa. Sentir que estás creciendo con esa persona, que das un paso y subes un escalón para pasar a una vida mejor, pero para vivir. No para morir. Y todo eso no tiene que ser incompatible con la pasión amorosa y el erotismo en absoluto. Estar muy a gusto con alguien y que te haga la vida fácil y cómoda no es incompatible con el deseo. 
Una persona se empareja con alguien para estar mejor que solo. Para vivir mejor. No para morir o matar...

Nacho Vegas. Lo escucho en la distancia....Y que siga cantando...