"La mujer sentada tras un velador
del Café de la Ópera le hacía un gesto con la mano y era una mujer obligatoria,
cien veces habría entrado Carvalho en cualquier lugar donde ella hubiera estado
y cien veces la habría descubierto y contemplado. Era una bella mujer,
demasiado bella para poder creer que fuera la vaca del fax, pero se fue
acercando y se estrecharon las manos estudiándose. Cuando Carvalho se sentó y
la tuvo frente a frente como un busto silencioso, desde la memoria le vino la
silueta de otra mujer que trataba de inscribirse en la de la que tenía delante.
Parpadeó varias veces por si el silencio de la mirada le ayudaba a perpetrar el
recuerdo, desde la memoria a la realidad.
De pronto se dio cuenta de que era
la misma muchacha con veinte años más y cada una de sus señales, dentro de un
sistema de señales de mujer hermosamente acuarentada, seguía siendo la de
entonces.
……......
-Tuviste razón al echarme de tu
lado. Era una niña pija y drogadicta insoportable.
No, pensó Carvalho, no. No te creas
lo que te decían mis ojos. Eras una muchacha maravillosa, generosa, la muchacha
absoluta, la muchacha dorada que yo había estado esperando desde la infancia
pero….
-¿Qué pensaste de mí la primera vez
que me viste?
- La primera vez que te vi pensé:
pon un Gary Cooper en tu vida, chica. Estabas como esperando a Gary Cooper y
tenías las piernas bonitas.
-Estabas desfasado, Gary Cooper ya
no se llevaba.
-Lo sé, pero tenía que defenderme
del impacto que me habías causado, reducirte a una muchacha dorada de película,
a una realidad en Technicolor.
…….
-Veinte años después de haber hecho
el amor en la cama de Carvalho, ir al cine juntos era casi una transgresión,
incluso Carvalho consiguió precisar la imagen que rechazaba, aquella en que estuvo
a punto de encular a Yes y no lo hizo por lo que tenía de simple afirmación de
prepotencia y de humillación social: dar por el culo a una señorita de casa
bien".
Manuel Vázquez Montalbán (2000)
"EL HOMBRE DE MI VIDA"