viernes, 7 de junio de 2019

Que no se culpe a nadie

No sé porqué, me he levantado con la sorpresa de la vena poética. Momento de recordar un bello poema de Carlos Salem que ya colgué hace tiempo por aquí. Un fijo del festival gijonés. 



Mis amigos 

con los que hablamos de salvar 
o destruir el mundo 
pero nunca recuerdo 
sus cumpleaños.

Mis amantes 
a las que quiero libres 
para que no me necesiten 
o para todo lo contrario.

Mis hijos
auroras boreales 
a los que solo dejaré
como borrador de herencia 
los libros 
que no me atreví 
a terminar 
y los colores de mi ausencia.

Mis ex
maravillosos trenes 
con rumbo  al horizonte 
de las que me bajé  siempre 
en marcha
por culpa del pánico 
que me producen las estaciones.

Las noches 
del color de un cigarro
a punto de apagarse.

Toda la gente 
en la que no aprendí 
a quedarme.

Lo único que sé de mí 
es que
me comparto
con tanta gente
porque no soy capaz
de darrne por completo 
a nadie.

Que no 
se culpe a nadie 
de mi sangre.


Carlos Salem