jueves, 6 de junio de 2019

La secta del reloj

Creo que tenía 16 o 17 años cuando decidí cambiar mi reloj a la mano derecha. Mi profesor de piano, catedrático del Conservatorio de Oviedo lo llevaba así. Me pareció singular, original y ¡¡molesto!! Me pasé la carrera tomando apuntes con el reloj en la mesa. Por entonces, teníamos que tomar apuntes. Ahora se los preparamos condensados en pdf para que solo tengan que descargarlos del campus virtual. 
Una mujer muy influyente en mi vida académica se lo cambió de mano. Cuando la conocí lo llevaba en la izquierda y luego pasó a la derecha. No digo yo que fuese por vérmelo a mí. Para nada. Yo era una simple becaria de investigación, pero sucedió. Siempre me hice la ilusión de que se lo había contagiado. 
Esto de llevar el reloj en la derecha es como pertenecer a una secta. Te reconoces, nada más verte. Como la gente que pertenece a sectas, que tienen su saludo particular. No hay muchos, ni muchas la verdad, pero automáticamente surge una complicidad con otra mujer u otro hombre que lleve el reloj de pulsera en un lugar tan incómodo. 
Tiene que ser por una razón de peso, porque sabes que quieres llevarlo ahí. Porque tienes la convicción interna de tu lugar es ahí. Es distinto, pero también tú tienes la conciencia de que eres distinto o distinta al resto del mundo, no porque lo fuerces, o que sea pose, es sencillamente que la vida, y el resto del mundo te han demostrado que eres así: DISTINTO, DISTINTA. 
Me he fijado que Loquillo lo lleva ahí. No sé si él le ha pasado el virus a alguien más, pero a mí no. Yo ya lo llevaba ahí hace muchísimos años cuando descubrí que él lo llevaba puesto ahí. 
Loquillo también es de mi secta. 
Y ahora que lo pienso, ¡qué tacaña he sido siempre con Loquillo! Ni un triste LP he comprado, ni una radiocasette, ni nada de nada. De Alaska sí, pero de él no. Y lo he escuchado y bailado muchísimo, en bares, y pubs...
Y me ha hecho siempre muy feliz. Loquillo me ha dado mucho más de lo que yo le he dado a él. 
Un grande de España, sin duda, pero no por su estatura. 
Parece que ha sacado un libro, decía EL COMERCIO hace unas fechas. 
Pues habrá que comprar su libro, de andanzas varias, y algún disco. 



Mi mano derecha. Soy diestra así que me tropiezo a diario y veo a diario y soy consciente a diario del paso del tiempo, con el reloj incómodamente colocado en la derecha, y con la alianza matrimonial, que no molesta para nada, y que va en la derecha para la mayoría de los españoles casados, excepto algunos de la costa este.

Ahi está mi ratón.
La alfombrilla me la traje de Leipzig donde está la iglesia en la que Bach fue maestro de capilla tantos años.
Si supiera el bueno de Johann la de vueltas que le he dado a la mano con mi ratoncito encima de su cabeza. 
Susanita tiene un ratón, un ratón chiquitín que da vueltas sobre la cabeza de Johann Sebastian Bach, mientras ella le da vueltas a la suya. 



Ahí está Loquillo, con el reloj en la derecha. En la izquierda suele llevar uno de esos pulserones de plata con grandes eslabones. A mí no me gustan demasiado. Uno de mis hermanos la tiene, ese tipo de pulsera.