Añoranza: solo una noche lejos de mí, en Oviedo, tampoco está tan lejos, y lo añoro. Ahora mismo rompiéndose las neuronas en los bajos de este estadio. Y él feliz. Sin pensar en mí para nada. Ya pienso yo todo el rato en él. Nos cuesta a las madres entender que no tenemos hijos para nosotras, sino para el mundo. Y por ahí está, lejos de mi pecho, cuando durante el primer año de su vida, mi hombrecito no se quería separar de él.
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