Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL
de EL COMERCIO el 28/08/2022
https://www.elcomercio.es/opinion/terapia-imposible-desamor-20220828000755-ntvo.html
Terapia imposible
contra el desamor
Fracasan el 70% de las
parejas, dado que terminan en divorcio. ¿Quién volvería a confiar en una
empresa que ofrece un producto que falla en el 70% de las ocasiones? Y, sin
embargo, la mayoría de personas que pasan por un proceso de divorcio vuelven a
encontrar pareja, más tarde o más temprano
Domingo,
28 agosto 2022, 00:54
Llevé a mi hija menor a su entrenamiento deportivo. Se presentaba un libro en la otra punta de la ciudad que me interesaba, y allí me desplacé. Llegué diez minutos tarde; tan solo perdí los compases iniciales, pero me tuve que ir diez minutos antes del cierre por la misma razón maternal, así que no me pude quedar al turno de preguntas. Una lástima, porque me interesaba la opinión de alguien que se siente capaz de aconsejar a las parejas lo que tienen que hacer cuando llegan los problemas o, sencillamente, el desamor.
El libro en cuestión se
titula 'Seguimos o lo dejamos' y su autor es A. Pablo Fernández Ortega. Se
trata más bien de un librito, porque tiene 70 páginas, excluyendo anexos y,
además, muchas de ellas con espacios amplios para que el lector pueda responder
conforme lo va leyendo. Al margen de algunos defectos estilísticos menores,
irrelevantes en un libro que aborda un tema tan importante -la estabilidad del
amor de pareja-, reconozco que el librito me interesó. Apunta el autor una idea
clave: fracasan el 70% de las parejas, dado que terminan en divorcio. ¿Quién
volvería a confiar en una empresa que ofrece un producto que falla en el 70% de
las ocasiones? Y, sin embargo, la mayoría de las personas que pasan por un
proceso de divorcio vuelven a encontrar pareja más tarde o más temprano.
Sienten, nuevamente, la necesidad de emparejamiento, de vencer a la soledad,
que es uno de los males de nuestro tiempo y, en especial, en las ciudades.
La gente se puede llegar
a sentir más sola en una ciudad que en un pueblo. En el Reino Unido llegó a
haber un Ministerio de la Soledad. En un lugar como el área urbana del Gran
Londres, que supera los diez millones de habitantes, uno de los grandes
problemas es la soledad. De ahí el éxito del nuevo intento de emparejamiento.
Además, como señala acertadamente el autor, si nace una necesidad en nosotros
no hay parada. Es irremediable.
Llama la atención el
terapeuta sobre el hecho de que la gente tarda en intentar poner remedio a sus
problemas de pareja. Con el coche, si escucha un ruidito que ayer no estaba,
enseguida piensa en llevarlo al taller. En la pareja se van acumulando
problemas antes de acudir a terapia o, sencillamente, no se va nunca. El autor
señalaba que en Barcelona, el lugar donde había trabajado con muchas parejas
durante muchos años, acudir a terapia de pareja es más habitual que aquí en
Asturias. En mi opinión, todo lo que ayude a sostener algo tan importante es
positivo, por la sencilla razón de que los procesos de ruptura son a menudo
dolorosos, y con costes económicos añadidos. En el librito, con bastante
frecuencia, de lo que se habla es de pautas de conducta. Esto a mí siempre me
llama la atención, porque sencillamente tenemos que saber comportarnos. Hemos
de hacer fácil la vida de aquellas personas con las que compartimos la vida.
En mi caso, y avanzando
hacia los 22 años de matrimonio en pocos meses, he encontrado una frase mágica
en pareja: «Lo que tú quieras». Y no es cuestión de pasotismo, o de que no
tenga yo ideas propias de las cosas -las tengo, claro, e incluso me permiten
publicarlas en EL COMERCIO, cosa que agradezco mucho-, es que, sencillamente,
hay pocas cosas realmente importantes para mí, tres o cuatro, y para el resto
me dejo llevar. Elijo no discutir. Trato de complacer porque no tiene tanta
importancia ir a Soria o a Segovia, ir a ver una película victoriana o de
marcianos. Lo importante es estar a gusto. Sentirse bien al lado de alguien,
hacer que la vida al lado de uno/a no sea un problema, porque los problemas ya
vienen solos de fuera: coronavirus, volcanes, incendios, viruelas del mono,
crisis energéticas, inflación galopante... Con la que está cayendo fuera,
buscar un refugio en pareja, en casa, es reconfortante. Y encapricharse en
bobadas o pelearse por tonterías no deja de ser una estupidez o no saber
comportarse con el compañero/a de vida. También es cierto, según los estudiosos
de la felicidad, que nuestro cerebro segrega una droga para que amemos a
alguien durante años. Se trata de un opiáceo llamado betaendorfina, que nos
vuelve adictos a nuestra pareja y que, de alguna manera, es la hormona del amor
a largo plazo. La oxitocina no basta para sustentar una relación durante años y
solo se libera en cantidad significativa con el sexo. Por consiguiente, cuando
la pasión no es suficiente, la betaendorfina ayuda a mantener viva la llama.
Pero ¿qué pasa si el amor
se escapa y sale por la ventana? Eso ya es, evidentemente, otra cuestión. La
que no pude preguntar al terapeuta al final del evento y que, de alguna manera,
trato de responder en este escrito. El amor no tiene nada que ver con terapias,
ni normas de conducta. Es amor y el que lo probó lo sabe. Personalmente no
aceptaría a mi lado a un hombre que no estuviese enamorado de mí. Me faltaría
una poderosa razón para estar con él. Lo que sobran son peces en el mar. Y
'pezas'. En todo caso, dado lo relevante del asunto, todo debe ser muy
meditado. Como decía John Wesley y que me aplico a mí misma, porque camino
rápido. «Yo siempre voy deprisa, pero nunca con precipitación».
Presentación del libro por parte de su autor en Gijón