lunes, 5 de septiembre de 2022

TERAPIA IMPOSIBLE CONTRA EL DESAMOR

Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL 

de EL COMERCIO el 28/08/2022


https://www.elcomercio.es/opinion/terapia-imposible-desamor-20220828000755-ntvo.html

Terapia imposible

contra el desamor

Fracasan el 70% de las parejas, dado que terminan en divorcio. ¿Quién volvería a confiar en una empresa que ofrece un producto que falla en el 70% de las ocasiones? Y, sin embargo, la mayoría de personas que pasan por un proceso de divorcio vuelven a encontrar pareja, más tarde o más temprano

 

SUSANA ÁLVAREZ OTERO

Domingo, 28 agosto 2022, 00:54

Llevé a mi hija menor a su entrenamiento deportivo. Se presentaba un libro en la otra punta de la ciudad que me interesaba, y allí me desplacé. Llegué diez minutos tarde; tan solo perdí los compases iniciales, pero me tuve que ir diez minutos antes del cierre por la misma razón maternal, así que no me pude quedar al turno de preguntas. Una lástima, porque me interesaba la opinión de alguien que se siente capaz de aconsejar a las parejas lo que tienen que hacer cuando llegan los problemas o, sencillamente, el desamor.

El libro en cuestión se titula 'Seguimos o lo dejamos' y su autor es A. Pablo Fernández Ortega. Se trata más bien de un librito, porque tiene 70 páginas, excluyendo anexos y, además, muchas de ellas con espacios amplios para que el lector pueda responder conforme lo va leyendo. Al margen de algunos defectos estilísticos menores, irrelevantes en un libro que aborda un tema tan importante -la estabilidad del amor de pareja-, reconozco que el librito me interesó. Apunta el autor una idea clave: fracasan el 70% de las parejas, dado que terminan en divorcio. ¿Quién volvería a confiar en una empresa que ofrece un producto que falla en el 70% de las ocasiones? Y, sin embargo, la mayoría de las personas que pasan por un proceso de divorcio vuelven a encontrar pareja más tarde o más temprano. Sienten, nuevamente, la necesidad de emparejamiento, de vencer a la soledad, que es uno de los males de nuestro tiempo y, en especial, en las ciudades.



La gente se puede llegar a sentir más sola en una ciudad que en un pueblo. En el Reino Unido llegó a haber un Ministerio de la Soledad. En un lugar como el área urbana del Gran Londres, que supera los diez millones de habitantes, uno de los grandes problemas es la soledad. De ahí el éxito del nuevo intento de emparejamiento. Además, como señala acertadamente el autor, si nace una necesidad en nosotros no hay parada. Es irremediable.

Llama la atención el terapeuta sobre el hecho de que la gente tarda en intentar poner remedio a sus problemas de pareja. Con el coche, si escucha un ruidito que ayer no estaba, enseguida piensa en llevarlo al taller. En la pareja se van acumulando problemas antes de acudir a terapia o, sencillamente, no se va nunca. El autor señalaba que en Barcelona, el lugar donde había trabajado con muchas parejas durante muchos años, acudir a terapia de pareja es más habitual que aquí en Asturias. En mi opinión, todo lo que ayude a sostener algo tan importante es positivo, por la sencilla razón de que los procesos de ruptura son a menudo dolorosos, y con costes económicos añadidos. En el librito, con bastante frecuencia, de lo que se habla es de pautas de conducta. Esto a mí siempre me llama la atención, porque sencillamente tenemos que saber comportarnos. Hemos de hacer fácil la vida de aquellas personas con las que compartimos la vida.

En mi caso, y avanzando hacia los 22 años de matrimonio en pocos meses, he encontrado una frase mágica en pareja: «Lo que tú quieras». Y no es cuestión de pasotismo, o de que no tenga yo ideas propias de las cosas -las tengo, claro, e incluso me permiten publicarlas en EL COMERCIO, cosa que agradezco mucho-, es que, sencillamente, hay pocas cosas realmente importantes para mí, tres o cuatro, y para el resto me dejo llevar. Elijo no discutir. Trato de complacer porque no tiene tanta importancia ir a Soria o a Segovia, ir a ver una película victoriana o de marcianos. Lo importante es estar a gusto. Sentirse bien al lado de alguien, hacer que la vida al lado de uno/a no sea un problema, porque los problemas ya vienen solos de fuera: coronavirus, volcanes, incendios, viruelas del mono, crisis energéticas, inflación galopante... Con la que está cayendo fuera, buscar un refugio en pareja, en casa, es reconfortante. Y encapricharse en bobadas o pelearse por tonterías no deja de ser una estupidez o no saber comportarse con el compañero/a de vida. También es cierto, según los estudiosos de la felicidad, que nuestro cerebro segrega una droga para que amemos a alguien durante años. Se trata de un opiáceo llamado betaendorfina, que nos vuelve adictos a nuestra pareja y que, de alguna manera, es la hormona del amor a largo plazo. La oxitocina no basta para sustentar una relación durante años y solo se libera en cantidad significativa con el sexo. Por consiguiente, cuando la pasión no es suficiente, la betaendorfina ayuda a mantener viva la llama.

Pero ¿qué pasa si el amor se escapa y sale por la ventana? Eso ya es, evidentemente, otra cuestión. La que no pude preguntar al terapeuta al final del evento y que, de alguna manera, trato de responder en este escrito. El amor no tiene nada que ver con terapias, ni normas de conducta. Es amor y el que lo probó lo sabe. Personalmente no aceptaría a mi lado a un hombre que no estuviese enamorado de mí. Me faltaría una poderosa razón para estar con él. Lo que sobran son peces en el mar. Y 'pezas'. En todo caso, dado lo relevante del asunto, todo debe ser muy meditado. Como decía John Wesley y que me aplico a mí misma, porque camino rápido. «Yo siempre voy deprisa, pero nunca con precipitación».








Presentación del libro por parte de su autor en Gijón