Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de
EL COMERCIO el 11/06/2022
En este artículo dominical (primera entrega de tres) le voy a hablar de algo que, si usted reside en Gijón, seguramente conoce. Se trata de un tremendo problema de salud pública que afecta a todos los gijoneses, en general, y a los de la parroquia de Jove, en particular: la contaminación atmosférica. Como ovetense que lleva casi 22 años residiendo en la villa gijonesa, me llama enormemente la atención la tranquilidad y pasividad con que sufrimos esta situación. Me incluyo en ello, solo que ahora mi paciencia se ha agotado por completo. Por si acaso es usted “foriato” y no sabe nada del lugar, permítame que se lo presente: Jove (Xove en asturiano) es la parroquia gijonesa más noroccidental, una de las del distrito Oeste y limita con Carreño. En esta parroquia está situado el puerto del Musel, así como la Fundación Hospital de Jove. Según Xosé Lluis García Arias, en su obra “Toponimina asturiana,” el topónimo Jove estaría relacionado con Júpiter, cuyo culto en Asturias quedó reflejado en la epigrafía. La parroquia incluye Rubín, Xove, Xove de Riba, Les Cabañes, Pescadores, Portuarios y El Muselín (parte alta del Musel). Su población pasó de 1.579 habitantes en 1994 a superar en la actualidad los 3.300 habitantes. A pesar de que el tratamiento que el ayuntamiento gijonés da a este lugar es el del último de la clase, en realidad, su historia indica todo lo contrario. En la Campa de Torres, el punto más alto, se halla el Parque Arqueológico donde aún se conservan restos del Oppidum Noega, el primer asentamiento gijonés de importancia. En el siglo XIX, la burguesía se empieza a asentar en la ladera del Cabo. Con la llegada de la industria a la zona de la mano de la construcción del puerto del Musel en 1893, la parroquia tendría un estancamiento urbano, ya que no se hicieron las viviendas de los estibadores hasta bien entrado el siglo XX. Lo del estancamiento continúa en la actualidad, porque por su complicada situación orográfica y su urbanización rural – que también tiene su encanto – se ha convertido en zona mal comunicada con el resto de la ciudad. De este y otros problemas, hablaré en la tercera entrega, y podrían ser considerados “menores” en relación con el que aquí me refiero: el nocivo efecto de la polución sobre la salud de sus habitantes, lo cual, al ayuntamiento parece importarle poca cosa. La situación es tan grave que el porcentaje de enfermedades respiratorias que sufren los habitantes del lugar – incluidos niños – se ha documentado que está entre un 30-40% por encima de la media.
¿Cuáles son las causas? A saber.
La primera, los depósitos de clínker del Musel. Se trata de un compuesto
utilizado en la fabricación del cemento Portland, altamente contaminante y
enormemente nocivo para la salud porque libera nubes de polvo muy tóxicas. La
autoridad portuaria avilesina desechó almacenarlos porque no cumplían con la
normativa vigente y el resultado fue que se derivaron aquí, en la misma
situación, con los consiguientes efectos nocivos sobre la salud de los vecinos
de Jove ¿No se podría cargar, transportar y almacenar en compartimentos
herméticos o, al menos, cubrirse con lonas? La segunda, el parque de carbones.
Ensucia y provoca polución constante. ¿No se podría cubrir o, al menos, regar
con asiduidad para aminorar el efecto? La tercera, la térmica de Aboño. Las térmicas
están destinadas a desaparecer, pero, hasta que eso suceda, la empresa debería
reducir su impacto ambiental. Según informaba EL COMERCIO (29/01/2017) esta
empresa ostenta el triste récord de ser la instalación de este tipo más
contaminante del país, de acuerdo con el informe del Observatorio de la
Sostenibilidad. La cuarta y una de las que más contaminación provoca: Arcelor. Su
desaparición sería gravísima para el empleo y por eso se le toleran cosas que
no se deberían permitir, pero la empresa debe poner de su parte para lograr una
producción más sostenible. Los vecinos tienen claro que la eliminación de
vertidos se produce fundamentalmente por la noche, o sea, que actúan con
nocturnidad y alevosía. El plan propuesto para autorizar a Arcelor a instalar
una chimenea de 60 metros para el sínter, no soluciona el problema ecológico. Lo
que hace es lanzar más lejos la porquería, con lo cual, puede llegar hasta los
vecinos de Somió, por ejemplo, que así se podrán solidarizar con los de Jove.
Todos igualmente polucionados, al menos, por esta razón. La quinta, la cementera
de Aboño. Aunque haya mejorado su actividad para con el medio ambiente, por su
naturaleza, es un tipo de industria contaminante. La sexta, el eterno problema
del vial de Jove, que origina tráfico pesado muy contaminante en el barrio. Se
trata de un problema tan cansino, fiel reflejo de la desidia de las autoridades
competentes, que merece capítulo aparte. A este asunto dedicaré íntegramente la
siguiente entrega. La séptima, que coloco en último lugar, pero no por ello será
menos importante: la regasificadora. En este caso, más que por el efecto
contaminante, es por la naturaleza implícita de su actividad y los riesgos que
conlleva. De hecho, todos sabemos que la falta de su puesta en marcha hasta
ahora, tras una colosal inversión, se debe a que la distancia con los vecinos
del Muselín no cumple la normativa. Pues nada, se cambiará la legislación ad hoc ¡y santas pascuas! Si un día
explota, sabemos quiénes serán los afectados. Continuará.