miércoles, 28 de marzo de 2018

Gigoló catalán

Se llama Albert Cavallé y es gigoló.  


Hoy he tenido una mañana ajetreada y casi me dan ganas de estrangular al empleado del banco, que no era Liberbank, of course. El caso es que cuando he llegado a mi centro de trabajo me he tomado un café bien cargado, el segundo del día (no tomo más de 2 al día, ni número favorito) y lo he acompañado de un donut tamaño familiar rebosante de ese azucarillo delicioso que empalaga los donuts. Y en esas estaba yo, disfrutando como una niña de mi segundo desayuno, cuando leo la noticia que aquí figura, en EL COMERCIO. Casi se me atraganta el donut. ¿Será posible?
Pero vamos a ver, señoras de Pedralbes. No es que yo me quiera meter en lo que no me importa, pero si una contrata un gigoló, no esperará que el gigoló se enamore. No me queda clara si la estafa es sentimental, sexual o monetaria.
Por amor no se paga, señoras. El amor se siente o no, y ahí está la gracia y desgracia del tema, si no se es correspondido. Que para lo más importante de la vida, el dinero no sirve. Bueno, salvo futbolistas y modelos que son especie aparte, y el dinero les enamora a ellas y la belleza física a ellos, porque tampoco buscan mucho más la mayoría. Ya sé que soy muy racista con el comentario, pero Dios los cría....Me remito a la evidencia. 
Por sexo se puede pagar, evidentemente. Los hombres lo llevan haciendo toda la vida - algunos - y con esto de la igualdad pues también se solicitan servicios a la inversa, parece ser. ¿Será la estafa porque el gigoló, producto catalán de la tierra, no era cumplidor en materia sexual y ellas pagaban por adelantado y se sentían estafadas a posteriori?. Una posible solución sería pagar tras los servicios prestados, aunque no sé si se paga por el rendimiento y trabajo ofrecido o si se paga a priori, según el caché de cada uno. Y seguiré sin saberlo. No me interesan este tipo de cosas. 
Supongo que la estafa será dineraria, aunque no tengo tiempo de indagar en prensa catalana sobre el asunto. Esta es una noticia breve en un periódico local de otro lugar. 

Sinceramente, ¡hay que ver a qué llegamos! :  

Mujeres pagando por sexo y estafadas. 

El sexo sin amor es gimnasia que te puede dejar vacía. Mejor practicar Pilates, sin duda. Y si además pagas por ello y te estafan es una miseria. 

La soledad se puede sobrellevar de otras formas. El sexo no es necesario para vivir. La compañía de un buen libro, aderezada por cualquiera de las sinfonías de Rachmaninov es una apuesta segura. Ni la buena música, ni la buena literatura estafan jamás. Son valores seguros aunque coticen a la baja en el mundo actual, vendido a música mala y escritores de pacotilla. No todos, claro está. 

Quedan buenos escritores y hay que saber escogerlos. De hecho, es que esta noticia da para una novela en las manos adecuadas. 

No deja muy bien el pabellón catalán, el señor Cavallé, que comparte apellido con la famosa soprano, a la que también se acusó de alguna estafilla con el fisco, si mal no recuerdo. Seguro que hay catalanes que cumplen a nivel amoroso, sexual y pecuniario. Se me ocurren un montón de burradas sobre el efecto "indepe" en esta cuestión, pero mejor lo dejo que tengo que cerrar cosas antes de las vacaciones académicas y escolares, que en esta Patria Querida son desde mañana mismo hasta el 8 de abril.