Totalmente de acuerdo. Totalmente.
Las faltas del amor
27 SEP 2022 / 03:00 H.
Siempre digo que no
hay faltas que me inspiren más indulgencia que las del amor. Y más cuando están
condicionadas por el ojo público. Amar no es fácil. Y menos aún si hay que
hacerlo a la vista de todos. Sé que habrá muchos que piensen que si a Tamara
Falcó, guapa, rica, con suerte y con un universo de placeres que pocos se
pueden permitir, le toca una pena de amor, pues mira, que se fastidie. Pero
ella como cualquiera de los que lee estas líneas, como quien las escribe, en el
amor no es nada más que un ser indefenso. “Miedo, de ti, quererte es el más
alto riesgo (...)” escribió Pedro Salinas.
En el amor, de nada
sirven las armas, ni los privilegios. Las almas se quedan solas ante el peligro
de amar. No he seguido los avatares amorosos de Tamara Falcó, pero si algo sé
es que, aunque muchos hayan advertido a la hija de Isabel Preysler respecto a
los defectos, presuntamente congénitos de su amado, el amor es prueba/error y
quien ama ha de descubrir por sí mismo dónde esta su frontera, su ley de
compensaciones.
Me entristece
profundamente ver cómo el mundo entero opina respecto a si ella ha de abandonar
a su amor; sobre si debe de perdonarlo o ajusticiarlo. Me abochorna hasta el
escándalo que unos y otros condenen “a muerte” por un beso de festival de
música donde el mundo se vuelve del revés y las cosas son del todo distintas a
las cotidianas.
También que muchos le
pidan que renuncie a su amor por dignidad. ¿Dónde está la dignidad del amor? Y
sobre todo ¿Por qué es tan fácil verla desde la barrera? No sé qué le deparará
el destino a esta pareja. Ni si seguirán juntos o se separarán para siempre
tras este episodio agrandado por los focos mediáticos. Pero lo que hagan o no,
debería depender, tan solo, de su corazón. “Te quiero pese a tus defectos y mis
reproches”, decía Oscar Wilde. Y solo la manera de querer puede determinar las
faltas que son soportables o no y cuáles son las desaprobaciones con
fundamento.
La vida es una ley de
compensaciones. Y aunque está claro que todo cambia cuando uno vive en el
escaparate, donde hasta las minucias multiplican su tamaño, cualquier persona
que ame tendría que pensar que la mirada de los otros no puede determinar las
condiciones de su amor. Ni iniciarlo ni acabarlo.
Sea un amor bueno,
malo o regular. Un amor fugaz o eterno. Un amor para los siguientes quince
minutos o para toda la vida... A veces, los amores “más probados”, los que se
piensa que jamás se acabarán son los que menos duran. Y, en todo caso, lo que
duren o no es lo de menos. Lo de más, la huella que dejen en el corazón y en el
recuerdo, a veces más importante y más bella que el propio amor.