jueves, 6 de octubre de 2022

EL BONO BASURA CATALÁN

En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 


Este artículo fue publicado en SECCIÓN de ECONOMÍA  

de EL COMERCIO el 14/11/2015


La rebaja de calificación crediticia de Cataluña a la categoría de “bono basura” realizada por la agencia de medición de riesgos Fitch pone de manifiesto la reacción de este agente al despropósito en que se ha convertido la política catalana en los últimos tiempos, y anticipa los problemas económicos que este territorio puede padecer si se lleva a término el proceso de desconexión. No obstante, Fitch no es la primera que sitúa el rating de la deuda catalana en “bono basura” porque ya lo habían hecho previamente Moody´s y S&P. Sin embargo, es el primer pronunciamiento de una agencia de rating tras la resolución independentista de estos días. Es una bajada a la realidad que advierte claramente de las consecuencias de los delirios independentistas del señor Artur Mas y sus ensoñaciones egocéntricas.

En economía financiera utilizamos la denominación “bono basura” para referirnos a la baja calidad crediticia de los títulos emitidos por una empresa o por un estado. Se les califica así debido a que estos bonos presentan un mayor riesgo en la inversión dado que son activos cuya capacidad para la devolución del principal e intereses es dudosa y puede agravarse por cambios adversos en las condiciones económicas. Aquí, lo que las agencias de calificación están dejando claro es que, por este camino, el horizonte económico catalán se oscurecerá mucho. Dudo que eso sea algo que le importe al señor Mas, a pesar de que está a la cabeza de un partido que, en principio, se vincula a un sector de la sociedad catalana que trabaja por la mejora económica.

 



El presidente del estado español no va nada escaso de estatura, sin embargo, una cosa es ser alto y otra, bien distinta, dar la talla. No siempre lo ha hecho en el ejercicio de su gobierno, pero tengo el convencimiento interno de que, en esta ocasión, sí lo hará. Nos jugamos mucho en esta partida y el señor Mas, que ha llegado con sus decisiones a unos niveles de pérdida de dignidad difícilmente soportables, tendrá que ver cómo sus amenazas de “matón de barrio” contra el estado español se quedan en papel mojado. Este tipo de amenazas se suelen volver en contra de quien las hace. La grandeza y la fuerza del estado, con todo el peso de la ley, caerán sobre el señor Mas. Y ese enemigo que él creía que tenía y que, en el fondo, no lo es, con su grandeza, sabrá reconducir las cosas, cuando el “seny” _que parece estar ausente_, les haga entrar en razón y caigan en la cuenta de que se están moviendo en el territorio de la sinrazón desde hace mucho. Lo importante, como bien dice Rajoy, es que todo se haga de manera proporcional y yo diría, además, que sin prisa. Con la seguridad y el aplomo de quien lleva la razón. Cuanto más vieja me hago, amable lector, más me doy cuenta de lo malas consejeras que son las prisas y, a pesar de que mi horizonte vital se acorta cada día y que con cada jornada transcurrida voy teniendo menos tiempo de vida, yo ya no tengo prisa para nada, y para lo más importante, menos aún.  

Que sigan dando sus pasos los independentistas catalanes; que las decisiones se irán sucediendo sin prisa, pero sin pausa. De momento, los “cates” de prestigiosas agencias de calificación ya les están poniendo en su lugar, y esperemos que así suceda con todo lo demás. Dando tiempo al tiempo, ese juez justo e implacable que, a la postre, termina poniendo siempre a cada uno, y a cada una, en su lugar. Y si no, al tiempo.