Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL
de EL COMERCIO el 23/10/2022
Las
recetas correctas contra la inflación | El Comercio
Las recetas correctas contra
la inflación
Esto
que vivimos ahora, en una España madura en democracia y con el paraguas de la
UE, ya lo hemos vivido en peores condiciones. Y pudimos salir de ello. Eso sí,
nuestros políticos tenían más talla y, sobre todo, entendían la política como
mejora del bienestar de los ciudadanos, no del propio
Veo al personal muy interesado por la
victoria de la ultraderecha en Italia. A mí, me preocupa mucho más lo que puede
afectar a mi país y, en concreto, me preocupa que el populismo de
ultraizquierda llegue al poder. Espero que tal cosa no suceda y que Yolanda
Díaz no logre dicho triunfo, por los perjuicios que conllevaría. La populista
de ultraizquierda en cuestión ya ha visitado Asturias y hemos podido contemplar
sus despliegues cinematográficos que bien podrían titularse 'El diablo viste de
Prada'. Existen razones objetivas por las que no debería llegar al poder
monclovita con su proyecto Sumar, pero me centraré en las de tipo económico,
dado que nos llevarían a 'restar', y mucho, al país.
¿Razones
económicas para que la ignorancia ultraizquierdiesta no llegue a gobernar
nuestro país? En primer lugar, la propuesta de limitar precios. Una idea de
Yolanda que atenta contra las leyes del mercado y que está basada en la más
supina ignorancia económica. En efecto, estamos en una tesitura inflacionista
como hace años que no vivíamos, pero la solución no pasa por tal limitación. Es
una idea populista, lógico viniendo de ella, pero es que tiene impedimentos
legales y económicos en un estado de derecho y una economía de mercado abierto,
en libre competencia. Por otro lado, ataca principios básicos de la Unión
Europea.
La economía
española, al margen de sus tradicionales problemas (elevadísimo paro, sistema
de pensiones insostenible…) está sumando cuestiones muy graves, como un nivel
de endeudamiento sin parangón. Este Gobierno ha disparado la deuda pública a un
ritmo de 218 millones al día. Todo ello en un entorno inflacionista que hace
que los españoles seamos cada día más pobres. Las medidas que toma el Gobierno
van en la línea de mantenerse en el poder y lograr votos, más que en pensar qué
es lo mejor para el futuro del país. Se incrementan las pensiones un 8,5%,
todas ellas, incluida la pensión máxima –craso error–, a costa de un alza del
8,6% en las cotizaciones máximas para los empresarios, lo que la CEOE ha
calificado como algo inadmisible e impresentable, porque se impuso de manera
unilateral. Elevar las cotizaciones sociales puede tener un efecto negativo
sobre el empleo y, mucho me temo, la pérdida de empleo es lo más empobrecedor
para todos. A Yolanda Díaz no le interesa aprender, ni entender, que para salir
de este nivel de inflación lo que hay que hacer es dialogar de verdad, no de
pose, llegar a pactos en el marco del diálogo social, a pactos de rentas entre
empresas y trabajadores para compartir la inevitable merma de renta nacional,
que implica el aumento de los precios y de las importaciones. Esto nos
permitirá que, de manera negociada y proporcional, todos podamos asumir y
repartir esta pobreza sobrevenida. En este escenario adverso, el resto de
políticas económicas juegan un papel fundamental a través del apoyo selectivo a
los más vulnerables, unas políticas de oferta decididas, el compromiso firme
con la sostenibilidad fiscal y el refuerzo del proyecto europeo. Aprovechar
adecuadamente los fondos europeos puede ser un arma muy importante para diseñar
políticas de oferta que incrementen la competitividad de la economía española,
a través de la flexibilización de los mercados de bienes y servicios, del
mercado de trabajo o de la formación de los trabajadores.
Y es que esto que
vivimos ahora, en una España madura en democracia y con el paraguas y el apoyo
de la UE, ya lo hemos vivido en peores condiciones. Y pudimos salir solitos de
ello, eso sí, en un momento de nuestra historia en que nuestros representantes
tenían más talla y clase política y, sobre todo, entendían la política como una
mejora del bienestar de los ciudadanos, no del propio. En los años 70 en
España, en un país recién nacido a la democracia, unos políticos con entrega e
ilusión un día decidieron escuchar a un gran economista de este país. Y no solo
eso, además de escucharle le hicieron caso. En 1977, en un país que sufría una
inflación cercana al 30%, un grandísimo economista llamado Enrique Fuentes Quintana,
pedía abrocharse el cinturón, repartir la pobreza y detener la espiral de
inflación. Asumió la responsabilidad y lo logró. Entendieron que España era
pobre y que había que trabajar sobre esa realidad para poder recuperarse, con
pactos de rentas, controlando gastos y adoptando las políticas fiscales
adecuadas.
Escuche esas correctas recetas contra la inflación, señora Díaz. Las tiene en internet (discurso de Fuentes Quintana, 1977) y, si no, preste atención a Pablo Hernández de Cos, la persona más sensata con poder económico en este momento en nuestro país. Las soluciones de los problemas económicos no son económicas, sino políticas y hay que acertar con ellas. De Cos ha dejado claro que el proceso inflacionista va a ser más intenso y duradero de lo previsto. Por consiguiente, la necesidad de acertar con las medidas para no arruinar a la patria española, o como diría Yolanda con su chorrada de vocablo inventado 'matria', es aún más necesario. Mucho me temo que alguien capaz de llamar a los trabajadores a la movilización, y eso que ella forma del Gobierno, y que ha afirmado que la patronal no está a la altura de su país, no va a escuchar a nadie, salvo a quien la halague. El futuro fracaso de su proyecto electoral será la consecuencia de sus decisiones. Sea.
Artículo destacado en selección de prensa de la Universidad de Oviedo