lunes, 4 de julio de 2022

DÍA TRISTE EN MI UNIVERSIDAD

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 


Este artículo fue publicado en Tribuna 

de EL COMERCIO el 18/02/2016


El día ayer, 17 de febrero de 2016, ha sido para mí uno de los más tristes de mi vida en la Universidad. Incluso cuando uno disfruta con su trabajo, hay momentos menos felices. Los que tienen que ver con la falta de respeto y la intolerancia entre las personas son para mí los más duros. Acababa de impartir mi clase de “Inversiones Financieras” en inglés y me fui feliz a escuchar las intervenciones de importantes representantes de la banca y el empresariado de nuestra región, sobre su visión de la crisis. Lo sucedido fue algo triste y vergonzoso. Me pregunto qué pensarían una alumna de Austria y otra de Finlandia que tengo en clase y que estaban invitadas a asistir al acto, como lo estábamos los profesores y resto de alumnos. ¿Es esta la forma que tenemos de comunicarnos los españoles? ¿Es este el futuro de nuestro país? Cuando la intolerancia y la falta de respeto entre las personas se imponen, estamos perdidos. No podemos quedarnos callados ante ello, o sentir miedo, porque vivir con miedo, “eso es lo que significa ser esclavo”, decía el replicante de Blade Runner. Puedo entender el descontento; puedo escuchar todos los puntos de vista, porque los que somos tolerantes y demócratas sabemos que nadie está en posesión de toda la verdad. Había un turno de preguntas para ello. Pero lo sucedido no puede tener cabida porque ni es democrático, ni es respetuoso. Mal vamos por este camino. ¿Por qué hemos llegado a esto? 



El lema de la London School of Economics, en la que estudié con intensidad en cursos de Finanzas y Econometría es “rerum cognoscere causas". Los universitarios debemos aspirar a conocer la causa de las cosas para poder plantear una solución. Si la razón última de estos comportamientos y de algunos nuevos movimientos políticos es la corrupción instaurada en los partidos que se han alternado en el gobierno hasta ahora, lo que hay que hacer es buscar que funcionen las instituciones. Que la justicia, pilar básico de un estado de derecho, actúe ágil y eficazmente para poder garantizar la supervivencia de nuestra democracia y nuestro estado del bienestar. Ahora bien, romper el sistema y manifestar intolerancia hacia quien expone una idea distinta de la nuestra, eso me suena a dictadura. Sólo he conocido la democracia pero tengo memoria histórica. Y las dictaduras no me gustan. Ni las de derechas, ni las de izquierdas. Ni la que vivió este país durante un montón de años, ni las que se pretenden alumbrar, de signo contrario, a golpe de ruedas de prensa, escraches y abortando actos donde saben que habrá cámaras presentes. Los que amamos y creemos en la libertad, incluida la libertad de expresión, no estamos dispuestos a tolerarlo, ni mucho menos a callarnos porque los dictadores, del color que sean, no nos dan ningún miedo. Ha muerto mucha gente en este país y en otros por defender la libertad. La nuestra y la de nuestros hijos.