Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL
de EL COMERCIO el 17/07/2022
https://www.elcomercio.es/autor/susana-alvarez-otero-1799.html
Abocados a la recesión
En
una crisis menos compleja, sin guerra y sin estos conflictos energéticos, la
subida de tipos podría ser mano de santo. Desafortunadamente, no será así. Me
temo que Lagarde está sobreestimando su poder
Domingo, 17 julio 2022, 00:31
Llevo colaborando con EL COMERCIO
desde diciembre de 2009. Ya ha llovido desde entones y, por lo que a mí
respecta, aquí seguiré mientras me quieran. Uno de los artículos que más me
costó escribir, porque lo consideraba agorero, pero inevitable, fue el del
pasado 17/04/2022, titulado 'La crisis nunca vista', donde explicaba el cúmulo
de circunstancias que, a mi modo de ver, hacían que esta crisis fuese mucho más
compleja que la de 2008. Tan solo tres meses después, el tiempo me ha dado la
razón y no quisiera tenerla.
Cayó en mis manos, hace unos
días, un interesante informe que recoge la opinión de diversos líderes
financieros sobre el futuro de la economía. No discrepan en absoluto de lo que
yo señalaba en mi artículo del pasado mes de abril. Por destacar uno con el que
coincido bastante, Ken Griffin, quien se muestra preocupado por el nivel de
inflación y la guerra de Ucrania y aconseja salir del espacio cripto con la
mayor rapidez. Menciono esta opinión porque creo que incide en lo más
incontrolable y que genera más incertidumbre: la guerra en Ucrania. Cuanto más
se alargue será peor para todos: no solo por la pérdida de vidas ucranianas,
sino para la economía global, que puede ir camino de la catástrofe y nos deja
abocados a la recesión a nivel internacional. No entiendo nada de conflictos
bélicos y, a estas alturas de la guerra, en que ya hemos dejado de contar los
días de conflicto, el número de muertos y el volumen de pérdidas económicas en
Ucrania y en el resto de Europa, no sé si Ucrania ganará. Lo único que sé es
que Rusia no va a perder. Quiere esos territorios que considera suyos, porque
la frontera natural de Rusia era el río Dniéper, y parece empeñada en
recuperarlos. Zelenski le hubiera hecho un gran favor a su país cediendo. Nadie
vive eternamente. Tampoco Putin y, tras él, se hubiese podido negociar tal
rendición con líderes rusos más racionales que él, que los habrá. En su propio
Gobierno han tenido que tragar con la decisión de invasión por una sola razón:
el miedo a ese loco frustrado.
Mientras tanto, aquí estamos,
cada día más pobres. Lleno el depósito de mi Mercedes, le indico al chico de la
gasolinera que no ha aplicado el descuento y me replica: «Sí señora, ya lo he
aplicado» ¿Dónde vamos a parar con esta locura y esta escalada inflacionista?
Lo que parecía imposible e innombrable ya está aquí: una inflación de dos
dígitos. Junio es historia negra de la inflación. Se ha disparado en Europa al
8,6% interanual, lo nunca visto en la historia de la eurozona. En España al
10,2%, la más alta desde 1985. La subida de los carburantes y de los alimentos
está detrás de esta fuerte alza de precios. La tasa subyacente sube seis
décimas al 5,5%, la más alta desde agosto de 1993. No quiero pecar de
pesimista, pero el panorama es desolador y no veo solución a corto plazo.
Ciertamente Pedro Sánchez logró en la Unión Europea una medida positiva para el
gas en España y Portugal, pero el efecto del tope ibérico se diluye al estar el
gas por las nubes.
Se debate esta cuestión de manera
continua en distintos foros de economistas, mientras que la presidenta del BCE,
Christine Lagarde, aseguró en un foro de Sintra que «irá tan lejos como sea
necesario» para combatir la inflación. Cualquiera que entienda un mínimo de
política monetaria sabe que el instrumento de control de la inflación es la
subida de tipos de interés. El problema actual es que esta crisis es tan
compleja que, en unas circunstancias más normales, o al menos sin guerra y sin
estos conflictos energéticos, la medida podría ser mano de santo. Desafortunadamente,
no será así. Me temo que Lagarde está sobreestimando su poder en esta
complejísima realidad. Tiene que subir los tipos. La FED ya lo ha hecho, pero
el efecto de la pócima no va a ser tan inmediato. Los bancos centrales en esta
tesitura tienen las manos muy atadas, y sus capacidades también son limitadas.
Luego tenemos a Pedro Sánchez,
avisándonos del otoño que nos espera, ya que tendremos que asumir que se puede
dar cualquier escenario -y no se refiere a ninguno bueno- y un otoño/invierno
complicado si Putin cumple su amenaza de cortar el gas a Europa. Está luchando
con todas sus armas: las bélicas y las energéticas. Que tenemos que reducir la
dependencia energética de Rusia es evidente. La duda es cuánto tiempo vamos a
tardar en hacerlo y cuánto vamos a sufrir económicamente hasta entonces.
Sánchez, tras las sucesivas debacles electorales y haciendo lo mejor que sabe
hacer que es mirar para sí mismo, ha potenciado el plan anticrisis, mientras
que ha habido tensión con el INE. A la mayoría nos cuesta aceptar que nos digan
que no somos guapos y estupendos y como él se considera así, y rodeado de
líderes mundiales está en su salsa y qué menos para alguien tan egocéntrico y
excelso como él, pues toca fulminar a quien no le diga lo bien que lo está
haciendo.
¡Aprovecha Sánchez, que te quedan
unos pocos viajes en Falcon! ¡No olvides las Ray-Ban! A tu inmediato sucesor,
un orensano miope, no le preocupa si le sientan bien las gafas, sino acertar
con las medidas adecuadas para sacarnos de este pozo.
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