lunes, 29 de enero de 2018

Cuadros de una exposición

Cuadros de una exposición es una famosa suite de piezas, compuesta por Modest Músorgski. El compositor escribió  la obra para piano, aunque ha sido conocida y más interpretada por la orquestación que el compositor Maurice Ravel hizo de ella. Dejo enlace de esta suite al final de esta entrada. 
A los que me quiero referir es a lo cuadros de la muestra "Manuel Vázquez Montalbán: Pepe Carvalho" que se puede visitar, amable lector si se pasa por Oviedo, en la Sala de exposiciones del Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo (la que antiguamente fue la facultad de Derecho) hasta el 17 de febrero. La exposición reúne 44 obras de diferentes artistas y cada una evoca una obra. También hay esculturas, retratos del autor y algún pensamiento grabado en la pared. Visité la exposición la semana pasada tras mi clase de Financial Investments (Inversiones Financieras en inglés en el Grado de Administración y Dirección de Empresas bilingüe); no sólo de Finanzas vive la mujer, o al menos esta mujer que suscribe. Dejo fotos del lugar donde se ubica, el mismo edificio donde trabajó Clarín, el autor de la famosa novela ambientada en la vetusta ciudad de Oviedo.  































































Un pensamiento sobre la economía de mercado.


Los cuadros de la exposición los contemplé todos. De las novelas de Carvahlo no he leído ni una. Tal vez empiece por esta: 

En 1997 cuando la publicó yo era una mujer soltera y sin novio, y así llevaba dos años por voluntad propia, dado que me parece muy importante aprender a estar solo/a. Vivía centrada en mi tesis doctoral, y a la espera del hombre de mi vida. Nunca es tarde, si la dicha es buena y el hombre en cuestión por fin aparece...




Sinopsis de El hombre de mi vida:

Tres años después de sus andanzas en Quinteto de Buenos Aires, vuelve Carvalho. Y también vuelve Charo con la intención de orientar el futuro del detective. A pocos meses del final del milenio, Carvalho vive una historia de amor, sectas, espionaje y muerte. Convocado para seguir un curso de espía y reclamado por una extraña mujer que le envía faxes, primero enigmáticos, luego enamorados, Carvalho convive con la sospecha de que ha sido elegido para una finalidad que no puede controlar. Bajo el peso del eterno diseñador del mundo, el poder del dinero, el detective hace suya la ansiedad de Beckett: «Esto no es moverse, esto es ser movido» y, por primera vez en su ya larga vida literaria asume su condición de instrumento para la tragedia.