viernes, 19 de enero de 2018

Catalanes con buena letra

Para empezar el año con buen pie literario y justo el día que me incorporé al trabajo, el 8 de enero, decidí releer a un catalán de los grandes, comenzando la lectura el día del cumpleaños de su autor y celebrarlo yo a mi manera, de la forma en que creo que los lectores podemos celebrar a los escritores, esto es, leyéndolos o releyéndolos, como en el caso de esta obra para mí. Ahora, más que nunca, es necesario leer a los grandes catalanes, a los de mente grande y auténtica sensatez... El ejemplar es de la enorme colección de Seix Barral, que recuperé en casa de mis padres en Oviedo. Descansa en la librería de la que fue mi habitación de soltera.  
Una lee esto y recuerda lo que es literatura "pata negra". Por Gijón, cada verano, se celebra un sarao dedicado a la novela negra. Bueno, yo la novela negra, si tengo que leerla por alguna razón, la leo. Pero a mí, la que me gusta, así de verdad de verdad, es la novela "pata negra". Como esta joyita de Juan Marsé. 

Un poco triste el título, ¿verdad? Para las románticas incorregibles, como servidora, sería mejor leer: "Primeras tardes con Susana". Y que esas tardes fueran eternas. Si la ficción es ficción, los escritores podrían deleitarnos, de vez en cuando, aunque tan sólo fuera de vez en cuando, con novelas con final feliz, agradables de leer, en lugar de tanto drama y tanta negrura, que la vida ya trae bastante de eso....¿o no?



"La solitaria pareja es extraña al paisaje como su manera de vestir lo es entre sí: el joven (pantalón tejano, zapatillas de basquet, niki negro con una arrogante rosa de los vientos estampada en el pecho) rodea con el brazo la cintura de la elegante muchacha (vestido rosa de falda acampanada, finos zapatos de tacón alto, los hombros desnudos y la melena rubia y lacia) que apoya la cabeza en su hombro mientras se alejan despacio, pisando con indolencia la blanca espuma que cubre la calle, en dirección a un pálido fulgor que asoma en la próxima esquina: un coche sport. Hay en el caminar de la pareja el ritual solemne de las ceremonias nupciales, esa lentitud ideal que nos es dado gozar en sueños. Se miran a los ojos". 

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".....el Monte Carmelo fue predilecto y fabuloso campo de aventuras de los desarrapados niños de los barrios de Casa Baró, del Guinardó y de la La Salud. 
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Antes de la guerra, este barrio y el Guinardó se componían de torres y casitas de planta baja".