Aún tengo un objetivo profesional muy exigente que requiere mucho tiempo de trabajo. Demasiado tiempo de trabajo. Cuando lo logre, tengo algunas cosas pendientes, además de la enorme biblioteca que me espera paciente, de buenos libros. Eso nunca lo dejo, me gusta muchísimo leer, pero no leo todo lo que yo quisiera.
Tengo pendientes clases de baile, de un baile que me gusta, porque no bailo mal.
Y sobre todo, tengo pendientes clases de canto, porque canto mucho mejor que bailo. Tengo registro de mezzosoprano. Estudié dos cursos de Canto Coral en mi juventud, cuando me gradué en el Conservatorio Superior de Música de Oviedo, Eduardo Martínez Torner.
Durante 10 años, toqué y canté en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús en Gijón. Un templo enorme que los oriundos de Xixón llama la "Iglesiona", con ese tipo de aumentativos que tanto usan por aquí. El Padre Javier, que me invitó a tocar, y el Rector de la Basílica, que así se llama a quien la dirige por el rango de dicho templo, me decían que durante la Eucaristía casi llenaba más el templo con mi voz que con los teclados del órgano. Era algo bonito de oír para mí porque, al margen de esos dos años de Conservatorio, soy completamente autodidacta en el uso de mi voz, pero quisiera mejorarla.
Creo que se celebra derby futbolístico por aquí hoy. Hoy o mañana, no estoy segura.
Sin embargo para mí, hoy se celebra algo más importante. El aniversario de la muerte de una diva del Canto, también mezzosoprano. Qué bien que la tuvimos a Teresa Berganza, orgullo nacional. Aquí dejo enlace de una muestra de su arte. Para ella la música era una droga para la cual vivir. Para mí, la música es una droga que me ayuda a vivir. Mucho. Muchísimo. La buena música. Soy absolutamente intolerante con la bazofia musical. No la soporto ni 5 minutos.
Esta pieza, no muy conocida, pero de bello título, (ojalá quede algún romántico) fue compuesta por Soutullo, compositor que tampoco es muy conocido para los ajenos al mundo musical.
Mi primogénito obtuvo el segundo premio en un concurso nacional de piano en honor a dicho compositor.
Me alegro enormemente de haber sabido transmitir a mis hijos el amor por esta droga: la buena música. Sin ningún tipo de efecto secundario nocivo. Solo uno bueno: sanar el alma y elevar el espíritu.