El amor
en 'jet lag'
Le dice que ha sido un buen fin de semana, que lo ha pasado bien, pero que no quiere prisas
Lunes, 1 de mayo 2023,
01:33
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Acompáñenme en esta apasionante historia que comienza en la cafetería de un
aeropuerto de España un domingo por la mañana, esperando a que aparezca en la
pantalla mi puerta de embarque para el avión que debe llevarme de vuelta a
brazos de mi perro. A mi lado se sienta una pareja de las muchas que he
observado, jóvenes que han pasado un fin de semana romántico en la ciudad en la
que estoy que, por su belleza, se presta a paseos, fotos, candados en los
puentes del río, comidas al sol y noches de besos. Se sientan ellos y él,
enseguida, revisa feliz su móvil repasando las fotos de unos días inolvidables
de pasión y risas. Ella las mira también desde su móvil, pero sus comentarios
son más descriptivos «Esto es en el puente», «Aquí me daba la luz de cara»...
En la pantalla empieza a parpadear la letra y número de mi puerta, así que dejo
ahí a la pareja. Y pasa una hora y casi dos. Uno, que ya ha vivido cosas
similares, comienza a intuir que hay un lío que va más allá de un atasco aéreo
y comienza a prepararse para el infierno de pasar allí algunas horas más de las
previstas.
Al volver al bar donde había desayunado veo, en la misma mesa, a la pareja
de antes que, como yo, ha debido asumir el retraso. Sigue la mesa de al lado
libre y ahí me asiento a tratar de volver al libro que llevaba a medias al
llegar y que me veo venir que me voy a terminar en esa cafetería. Ella habla,
él escucha, yo descubro que mis auriculares están sin batería y, honestamente,
me alegro de tener excusa para escucharles. Le dice, básicamente, que ha sido
un buen fin de semana, que ella lo ha pasado bien, pero que no quiere prisas,
que prefiere ir poco a poco. Él contesta fingiendo madurez y frialdad, frases
llenas de por supuestos y para nadas, como alguien a quien le han pillado
yéndosele la mano con el amor para ser, según intuí, una primera escapada.
Los altavoces anuncian que el vuelo no saldrá y comienza la epopeya de
visitas a mostradores para tratar de sacar otro vuelo que nos devuelva a casa.
Van aquí en medio unas apasionantes doce horas que pasé entre colas, protestas
y rendiciones hasta aterrizar en otro avión. Si han vivido algo parecido, saben
que es una experiencia que convierte aquella película de Spielberg con Tom
Hanks en un clásico del terror psicológico.
Ya en la cola de los taxis los vuelvo a ver. Veo cómo cogen uno cada uno y,
mientras les meten las maletas en sendos maleteros, mirarse con ternura, pero
despedirse con un beso en la mejilla. Me meto cansado en mi taxi, me siento
triste por ellos, de repente me da miedo pensar en que, cuando llegue a casa,
mi perro me ofrezca la patita cortésmente en vez de, como siempre, lamerme la
cara hasta que me tenga que duchar.
Y este de Juan Manuel de Prada, INSUPERABLE.
Totalmente de acuerdo con su enfoque de la derivada que ha tomado el Derecho Penal con esa fallida ley, que tantos quebraderos de cabeza ha dado. A los jueces los que más, claro.
https://www.lavozdegalicia.es/xlsemanal/firmas/juan-manuel-de-prada/el-soma-de-la-nueva-tirania.html