miércoles, 10 de mayo de 2023

INMUNE A LA VALIDACIÓN SOCIAL

 Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de 

EL COMERCIO el 07/05/2023

Inmune a la validación social

Toda red social juega con la mente de sus usuarios, para explotar la vulnerabilidad de la psicología humana con esa retroalimentación de la validación a través de un 'like' o un comentario. Y las personas de menor edad son más sensibles. El daño puede ser enorme si no se inmunizan

SUSANA ÁLVAREZ OTEROPROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO 

Domingo, 7 de mayo 2023, 04:20


"Ahora los niños aman el lujo. Tienen malas maneras, desprecian la autoridad, no muestran respeto por sus mayores y les encanta molestar. Ya no se levantan cuando entran personas mayores. Contradicen a sus padres, engullen golosinas en la mesa, cruzan las piernas y son tiranos con sus maestros». Esta voz podría ser actual, pero es de Sócrates. Los maestros del siglo IV a.C. ya tenían que enfrentarse a esa 'nueva juventud'. Son lamentos recurrentes de unas generaciones respecto a otras, que nos hacen mayores a los progenitores y nos permiten percatarnos, a los que tenemos hijos, de algo que, en realidad, ya sabíamos: la educación es algo hermoso, pero complicado. Creo que educar es lo más importante: es compartir, ser flexible, tener criterio, es arduo, es preocuparse, es dedicar tiempo, es querer, ilusionarse y aplaudir. Es pura vida. Es transmisión. Es agotador, en ocasiones, pero los padres sabemos que es una labor determinante. Y la hacemos. Casi todos, claro. Para otros y otras puede ser más importante un partido de fútbol, una botella de sidra, el móvil o trabajar. Tener hijos no siempre implica quererlos. Estoy convencida de que hay madres y padres que no aman a sus hijos porque no hacen nada, o casi nada, de lo anterior. La tarea educativa merece vivir para ella. Es una misión.

En este complicado contexto educativo, es descorazonador el incremento de problemas psicológicos en la juventud, el aumento exponencial de suicidios juveniles -uno muy reciente en Gijón- y la preocupación creciente del profesorado viendo a lo que se enfrentan. Una de mis mejores amigas, hoy directora de instituto en Oviedo, me dice que instruye al profesorado para que se fije si hay alumnos que se ponen las mangas largas y se cubren las muñecas, aunque haga calor. El objetivo es detectar la posibilidad de 'cutting', una conducta de algunos adolescentes, en edades entre 11 y 16 años, que consiste en cortarse la piel con objetos afilados, generando heridas superficiales, sin buscar el suicidio. O sea, que cada vez más jóvenes se suicidan -aunque no siempre se publique en los medios- y otros practican cosas así. ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué hemos llegado hasta aquí? Mi trabajo consiste en plantear hipótesis y, posteriormente, comprobar si se cumplen, o no, empíricamente. Me dedico a las finanzas, por lo que solo puedo opinar en esto como madre y ciudadana.


Sinceramente creo que hay un momento en que todo ha quedado fuera de control y nos ha llevado a esta tristísima situación: las nuevas tecnologías. Nunca en la historia de la humanidad, los niños han recibido tantísima información sin pasar por el filtro de los adultos. Podemos poner control parental, intentar mil maniobras, pero llega el día en que el dispositivo digital está en sus manos y, a partir de ahí, solo la educación previa recibida podrá ayudar al niño a controlar lo que ve, y lo que no ve. No estoy afirmando que las redes sociales sean la causa de todo, pero sí de buena parte en las personalidades más vulnerables, a las que pueden llevar al sufrimiento, al aislamiento, a la depresión y al deseo de hacerse daño a sí mismo. Incluso cuando sean niños a los que se les ha dado todo. El acoso escolar es un problema añadido claramente. Muchos jóvenes se dejan influir, más que por su familia y sus padres, por ese entorno hostil que les ataca y les exige, y al que dan demasiada importancia. El grupo de amigos, en edad adolescente, es fundamental. Las investigaciones muestran que este efecto es aún mayor en las niñas que en los varones, por la influencia de la imagen y su tiranía. Tal vez se deba a su mayor sensibilidad. El cumplimiento de las expectativas puede ser también la causa de este fenómeno. Si los mayores llevamos mal no cumplir las expectativas del entorno, para muchos niños y jóvenes es atroz y sufren mucho por el rechazo y desprecio que conlleva.

¿Cómo podemos ayudar los padres? En mi caso, un buen día me hice absolutamente inmune a la validación social. Que tengo un buen sistema inmune corporal, ya lo sabía, pero también he logrado la inmunidad a las redes sociales. No tengo tiempo para todo el mundo, ni me importa la opinión de la gente, en general, sino la de las personas que permito entrar en mi vida. Toda red social juega con la mente de sus usuarios, para explotar la vulnerabilidad de la psicología humana con esa retroalimentación de la validación social, a través de un 'like' o un comentario. Y los de menor edad son más sensibles. El daño puede ser enorme si no se inmunizan. Mi padre, de jovencita, me soltó una frase que aún recuerdo: «Hay tantas opiniones como culos, Susanita». En aquellos años, mediados de los 80 del XX, ni existía internet ni teníamos móviles, pero aprendimos a lidiar contra los ataques ajenos que pretendían hacerte sentir inferior.

Por favor, dediquemos recursos a esto y buena cabeza. Es innecesario un ministerio inútil -ya los hay- para resolverlo. Es preciso adoptar las medidas adecuadas, porque la vida de nuestros jóvenes en ello se nos va. El nuevo plan de salud mental del Principado incluye un centro asistencial en Gijón con un presupuesto de 62 millones para los próximos ocho años y prevé la contratación de 115 especialistas (psiquiatras, psicólogos clínicos, enfermeras). Buena noticia ante esta tristísima realidad.