domingo, 13 de junio de 2021

Por aquí el próximo sábado

Muy buen plantel el de la Feria del Libro de Gijón, que comienza la próxima semana. El próximo sábado tendremos por aquí a Muñoz Molina y a su pareja, Elvira Lindo, en una presentación conjunta. Será una ocasión de comprobar la estatura intelectual de cada uno. Ahí lo dejo. 

La verdad que se lo está currando Luis Barrero en su labor en la sección de Cultura en el Ayuntamiento. Sí que lo está haciendo bien. 

En esta entrevista de Susana Tejedor, Muñoz Molina cuenta, entre otras cosas, que el nuevo premio Princesa de Asturias le cansa por su egocentrismo. Lógico y normal, porque él no lo es en absoluto. 

https://www.elcomercio.es/culturas/mentira-manipulacion-empobrece-20210613221300-nt.html

Antonio Muñoz Molina: «La mentira y la manipulación es lo que empobrece y degrada el idioma»

El autor participará en la Feria del Libro de Gijón. «Siento la novedad después de tanto tiempo. Es casi una inauguración tras la pandemia»






Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) llega a la Feria del Libro de Gijón, en la que colabora el Aula de Cultura de EL COMERCIO. Llega a una tierra que le quiere, que en 2013 le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Participará en un coloquio el 19 de junio a las 19.30 horas en el CCAI, junto a Elvira Lindo.

-Regresa a la tierra que le concedió hace unos años un premio muy querido por los asturianos. ¿Qué siente?

-Siento la novedad de una feria del libro después de tanto tiempo. Va a ser casi una inauguración tras la pandemia. Tengo un recuerdo muy particular de 2013. Soy poco amigo de protocolo e iba con cierta precaución y pereza. Pero me sorprendió la parte de conexión social de todo aquello. El modo en que los premiados nos relacionamos con la sociedad asturiana. Mis encuentros con los estudiantes y con los clubes de lectura, esa atmósfera de pequeña biblioteca pública, me produjo una sensación de conexión verdadera e igualitaria que me impresionó.

-Cuando publicó 'Todo lo que era sólido', afirmó que «no podemos eludir la responsabilidad de reflexionar críticamente y de actuar cada uno en el ámbito preciso de su vida civil». Han pasado unos años. Y la reflexión sigue siendo muy necesaria.

-Eso distingue a la sociedad democrática de cualquier grado político. Una responsabilidad que es difícil ejercer. Los que están en el poder son protagonistas absolutos y reducen a los ciudadanos. Muchas veces, tienes una sensación nihilista. Cada uno tiene posibilidad de hacer algo en su campo. La pandemia nos mostró una lección de ejemplaridad que nos ha ayudado a salir de ello. Me emocioné cuando me pusieron la vacuna, como me ocurre cuando voy a votar, porque la atmósfera está enrarecida y te encuentras con un prodigio de organización y cordialidad. Algo se hace bien y es importante fijarse en ello cuando sintamos desolación.

-Entonces, ¿hemos aprendido algo de la pandemia?

-Hemos tenido la oportunidad de aprender mucho. Hay quien quiere aprender y quien no. Una parte de la clase política no ha aprendido nada. Y mucha gente aprendió a valorar el silencio, otro ritmo de vida. La gran lección es la de la importancia de lo público y el Estado. Ellos nos han salvado. Se ha visto que los recortes en sanidad son un suicidio. También hay otra parte, la de las borracheras públicas, los botellones. Esa gente no aprende nada.

-En alguna ocasión se ha definido como alguien que reivindica la precisión de las palabras. ¿Destruimos el lenguaje?

-Eso tiene que ver con una cuestión de fondo: decir la verdad o mentir. Cuando el idioma se usa para ofender, se degrada. La necesidad de la precisión es importante, el idioma es lo que nos relaciona con el mundo. Necesitamos que las palabras nos digan cómo es la realidad con mucha precisión. Lo que empobrece el idioma es la mentira y la manipulación.

-¿Cuál es la tarea de los libros en la ciudadanía?

-Los libros sirven para cosas muy diferentes, dos, fundamentalmente: para asomarnos al mundo y para escaparnos de él. Necesitamos saber cómo es el mundo, el alma humana. La evasión que te da la literatura es supersaludable. Todos necesitamos cuentos. La realidad puede ser muy complicada, los libros nos ayudan.

-¿Revisa o relee alguna vez sus libros pasados?

-En general, no me gusta. Si lo hago, es por obligación, porque me lo pide un traductor o algo de ese estilo. Solo veo los defectos. Prefiero recordarlos y me interesa más la relación que mis libros tienen con los lectores.

-¿La lectura y la escritura han sido su refugio durante el confinamiento?

-Ambas. Me llevé la sorpresa de que tenía mucho tiempo y pensé en todo el que pierdes en tonterías.

-¿No somos un país de luchar contra los ataques a la cultura?

-Somos un país en el que la cultura no tiene prestigio institucional ni social. Por ejemplo, en la televisión pública hay programas de una banalidad absoluta. La atención hacia la cultura en España es muy baja. Las personas que la amamos tenemos que hacer un esfuerzo, como comprar en librerías independientes.

-En 1986 publicó su primera novela, 'Beatus Ille', ¿cómo cree que ha sido su evolución como escritor?

-Me gustaría haber evolucionado hacia una mayor sencillez y claridad. Me he vuelto más exigente en correcciones ortográficas. Me interesa menos lo estrictamente literario y más la realidad cotidiana.

-Lisboa, Nueva York, Madrid, París, Mágina... ¿Sus personajes necesitan una ciudad para contar sus vivencias?

-Generalmente, sí. Porque mi imaginación es muy espacial. Los lugares me afectan mucho. Tengo una sensibilidad especial hacia esta cuestión.

-Tres de sus novelas han sido adaptadas al cine. ¿Le gusta visionar sus historias en la pantalla grande?

-No tengo mucha relación con eso. Hace poco vi 'Beltenebros', de Pilar Miró, y me sorprendió. Me gustó mucho, aunque no me gustaron los protagonistas, unos actores ingleses que no pegaban.

-¿Qué le parece Emmanuel Carrère, último Premio Princesa de Asturias de las Letras?

-No me convence mucho. Hay cosas de él que no me gustan. Su egocentrismo me cansa.

-Seleccione un libro suyo. Porque representa mejor su esencia, porque le tiene especial cariño o porque le apetezca que lo conozcan los lectores.

-Recomendaría una novela corta: 'En ausencia de Blanca' (2001). Porque es transparente.