sábado, 12 de junio de 2021

Los últimos de Filipinas

Dicen los sabios de la ecología que esta pandemia es una reacción del planeta y los animales a lo que le hacemos. Intento ser cuidadosa en este tema. Controlar el consumo de agua y luz en casa. Poner de mi parte para reciclar al máximo. Estoy a la espera de comprar un coche que realmente sea una alternativa ecológica viable porque no las hay. Y hoy mismo he decidido declararle la guerra a los vaqueros. Ni uno más. Ayer escuché un reportaje donde me recordaban la cantidad de litros de agua que se consumen para fabricarlos. No vale la pena por una simple prenda de vestir. Decía también que de media tenemos 7 vaqueros en el armario. Yo no llego. Tengo media docena y no puedo decir que mi vestidor sea escaso. Lo cierto es que nunca ha sido mi prenda favorita. Y ahora menos. Le encontraba a mi vaquero favorito, un Hilfigher de la talla 38 que me compré antes de quedarme embarazada de mi primer hijo, la utilidad de no tener que subirme a la báscula. Si entro en ese vaquero, es que nada grave ha pasado con mi peso. 

Lo dicho, por mi parte se acabó. Hay mucha otra ropa que poner, que no requiere tanta agua. 


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