lunes, 14 de junio de 2021

Indúltame y seguiré despreciándote

 Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL 

de EL COMERCIO el 13/06/2021


Indúltame y seguiré despreciándote

Que pudiésemos superar este conflicto y lograr una convivencia grata entre todos los españoles justificaría esos y mil indultos más. Pero tras el indulto seguirán igual: despreciando al resto de españoles y las leyes de esta nación de naciones

https://www.elcomercio.es/opinion/indultame-seguire-despreciandote-20210613001450-ntvo.html

Cuando escribo estas líneas el Gobierno español aún no ha decidido sobre los indultos a los mal llamados presos políticos catalanes, aunque el Tribunal Supremo ya ha emitido un informe totalmente contrario al respecto. Si usted es abogado y ha ejercido la práctica jurídica, debería estar en mejores condiciones que yo de entender la importancia del respeto a la ley para poder afirmar que vivimos en una democracia sana. Nací en 1970, en una dictadura, y estoy convencida de que vivo en un estado democrático, que podrá mejorar en algunos aspectos, pero que es, con todas las de la ley, una auténtica democracia. Y eso pasa por la separación de poderes y el respeto a las leyes. Nadie está por encima de la ley. El Rey emérito ya lo ha entendido. Y si usted no entiende que la justicia es igual para todos, incluidos los amigos por los que siente cariño y afecto, es que no ha entendido nada de lo que es la ley, aunque la haya estudiado y comido de ella.


Si mi mejor amiga, a la sazón excelente abogada, decidiese no cumplir con Hacienda, yo podría ayudarla, apoyarla económicamente, enfadarme cariñosamente con ella por haber hecho algo ilícito, pero no podría negar que ha cometido un delito. Eso no entra en mi cabeza. No se puede confundir lo que la amistad representa. Seguro que mi mejor amiga no lo haría, porque forma parte del mismo grupo de personas que yo: las que sabemos que hay líneas que no se pueden traspasar. Y quien lo ignora y es capaz de dar ese paso, debe asumir como adulto sus actos. Y las sentencias ajustadas a derecho, como fue la del 'procés'. Y da exactamente igual que tenga esposa e hijos. Esos seres queridos, a esa persona, en un momento dado de 2017, le importaron menos que el deseo de transgredir la norma fundamental del Estado. Todo tiene un límite y la ley está por encima de todos y cada uno de nosotros.

No quisiera estar en la piel de Pedro Sánchez. Si los posibles indultos trajesen consigo estabilidad para el Gobierno y calma para el país, yo los daría por buenos. Soy incapaz de no perdonar a alguien que me pide perdón. Mi formación cristiana me lleva a eso y articula mi forma de ser. Y soy capaz de perdonar y tragarme la ofensa incluso a quien no me ha pedido perdón, teniendo el deber de hacerlo. La razón para ello siempre ha sido lograr un bien superior. Que pudiésemos superar este conflicto y lograr una convivencia grata entre todos los españoles justificaría esos y mil indultos más. El problema es que tras el indulto seguirán haciendo lo mismo: despreciando al resto de los españoles y a las leyes de esta nación de naciones. Quisiera equivocarme pero me temo que no estoy equivocada. Por otro lado, los presos del 'procés' reclaman amnistía, no indulto. Pretenden que el resto de los españoles reconozcamos una falsedad: que ellos no han cometido ningún delito. Y eso jamás. Perdón, puede ser, incluso si no lo piden, aunque no servirá de nada. Creo que todos los españoles de bien nos ponemos de acuerdo en que, cuando superemos el coronavirus, hemos de ocuparnos de problemas reales y graves: el desempleo, el modelo económico, la mejora de la educación y la sanidad, la situación de los jóvenes sin expectativas... Debemos dejar atrás las peleas de banderitas, propias de niños que no tienen otra cosa que hacer. Nos debemos como españoles respeto a lo que somos: una de las naciones más antiguas de Europa. No tenemos ninguna duda de que, por mayoría, lo mejor es seguir unidos. ¡Arrea! Hagamos un referéndum en todo el país para demostrarles a los independentistas catalanes, vascos o gallegos que son minoría. Que la mayoría somos lo demás. Que no vale romper el país así porque sí, y cargarse la Constitución. Un independista catalán puede divorciarse de su mujer si quiere; pero no puede tomar unilateralmente decisiones que me afectan a mí y al resto de los españoles.

Ha sido muy duro lograr lo que tenemos. Los indultos serán un trago de jarope que ojalá traigan algo bueno, además de la libertad para aquel que nos desprecia y que cuando salga de la cárcel dirá: «Puerca España: lo volvería hacer». Seguirán intoxicando la vida de los españoles con problemas inventados, con esperpentos como el Consell de la República y malgastando los dineros pagados por la ciudadanía vía impuestos que, por cierto, en Cataluña son sustanciales en relación con la media del país. Nos tocará, nuevamente, poner la otra mejilla. He ahí la grandeza y el lugar de cada uno en este mundo.

Hay quien no entiende lo que es la ley, quien no cree en la justicia, ni en la libertad. De todo hay que en la viña del Señor. Incluso los que no creen en el amor, ni en que valga la pena luchar por algo grande. Total, todo será igual. El amor no existe. Y la Constitución tampoco existe, así que, si es mi amigo, aunque haya defecado en la norma suprema española, necesito que salga ya. Hay gente, incluso con más de medio siglo de vida, que aún no sabe ni de qué va la ley, ni de qué va la vida, ni de qué va la amistad y el amor. En su pecado llevan la penitencia.











"Desventurado el hombre que no tiene quien le amoneste cuando tiene necesidad de ello". 

                                                                                                  Juan Luis Vives