Este fin de semana, ya otoñal aunque parecía pleno verano, a mis hijos les ha tocado retomar sus competiciones de patinaje de velocidad y ajedrez, respectivamente. Y así estaremos todo el curso en fines de semana.
Mamá feliz comprobando un curso más que sus hijos adolescentes ni piensan en botellones, mientras ejercitan las neuronas con tableros de ajedrez o fortalecen sus piernas sobre patines a toda pastilla.
Feliz. Si hubiera soñado la maternidad, no me habría salido mejor que esta parejita de querubines que me hacen sentir la madre más afortunada del mundo.
Mi madre me decía cada vez que me veía embarazada: "si tú solo vales para estudiar". Pues no. Para algo más importante he servido. Feliz abuela también.
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Y sí, lo de olvidar es imposible, a veces, porque vuelve una y otra vez. Sin que tú quieras, sin que sepas por qué, sin más. En mi caso por el daño y ataque recibido de la manera más injusta y burda.
