jueves, 19 de octubre de 2023

EL SIGNIFICADO DE NUESTRAS COSTUMBRES

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, ésta última, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, día de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 

 

 Este artículo fue publicado en 

TRIBUNA de EL COMERCIO el 26/05/2015


Creo que con el paso del tiempo, el significado de nuestras fiestas, de nuestras costumbres y de nuestros ritos se irá perdiendo inevitablemente. Quedará, con un poco de suerte, el nombre y, en algunos casos, ni eso. La Navidad, cuya razón de ser inicial es la conmemoración del nacimiento de Jesús, pasará a llamarse “vacaciones de invierno”. La Semana Santa, que recuerda la muerte y resurrección de Cristo, “vacaciones de primavera”, y se irán desagregando los periodos de descanso a lo largo del año para homogeneizarse con el calendario europeo, teniendo esto último, a mi entender, mucho sentido.

Lo que me parece un sinsentido es que esa evolución conlleve el olvido definitivo del significado y origen de las mismas. De algunas de ellas, yo ni me lo había planteado seriamente. Por ejemplo, una fiesta que siempre he encontrado un tanto exótica para una ciudad, con todos mis respetos, que incluye una feria de ganado y que concluye con un acto de homenaje al “paisano” y “paisana” del año, resulta que tiene una esencia bellísima y de profundo sentido, a mi juicio. Me alegro de que esa fiesta de la Ascensión, que hace unos días se celebraba en mi ciudad natal, tenga un origen tan bello. Oviedo vive la fiesta de la Ascensión con una gran actividad festiva y gastronómica, siendo uno de los fines de semana de mayor afluencia de visitantes a la capital del Principado. Oviedo mantiene una tradición de más de doscientos años por la que en esos días la ciudad se convierte, en verdad, en la gran capital del campo de Asturias. Esa vieja tradición, adaptada a los nuevos tiempos, sigue celebrándose en la actualidad con las Jornadas Gastronómicas de la Ascensión, con un menú a base de productos del campo. Y todo esto, ¿por qué? La razón original es la festividad en la que la iglesia celebra la subida de Jesús al cielo. El Evangelio de San Marcos (Mc 16, 15-20) nos recuerda este hecho inevitable. Algo asumido, la ausencia y la presencia de Jesucristo. La Ascensión forma parte del misterio pascual de Cristo. Culminada su misión, Jesús se elevó al cielo ante la mirada de sus apóstoles y volvió al Padre para sentarse a su derecha. Esto puede carecer de significado para quien se declare ateo o simplemente agnóstico. Es más, se puede estimar sobrante el mero hecho de mencionarlo en un Estado aconfesional, camino de ser laico, más tarde o más temprano, según parece querer la mayoría. En eso consiste la democracia precisamente.


Sin embargo, yo creo que tiene sentido para todos porque celebra un hecho tan simple y, a la vez, tan difícil de lograr según las circunstancias, cual es, que el cuerpo ha de estar donde está la cabeza, ergo el corazón. Ni más, ni menos. Algo bien sencillo de entender y, en muchas ocasiones, extremadamente difícil de conseguir. Tal vez en algunas, definitivamente imposible. No obstante, lo que nos relata la Biblia en esa festividad es que ese ascenso de Jesús es bueno. Era lo que él deseaba y necesitaba, estar a la derecha del Padre y, con su ejemplo, nos traslada esa necesidad también a nosotros. Debemos estar allí donde se halle nuestra cabeza y nuestro corazón. Así de simple. Lo contrario genera malestar, desazón y ansiedad.

Me alegro, amable lector, de que algo que, no por evidente resulta fácil de lograr, algo que fue bueno para Jesús, también sea bueno para el hombre y para la mujer. Y que así lo sigan celebrando los ovetenses, por lo menos, otros doscientos años más….