jueves, 3 de noviembre de 2022

Mercados unidos

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 

Este artículo fue publicado en SECCIÓN de ECONOMÍA  

de EL COMERCIO el 06/11/2015


Se celebró hace unos días en la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales Jovellanos una mesa redonda titulada “Armonización y convergencia en la Unión Europea”, en la que participaban, entre otros, Philippe Marchessou, de la Universidad de Estrasburgo y Mariano Abad Fernández, catedrático Jean Monnet “ad personam”. La idea era explicar el estado de la cuestión en lo relativo a la aproximación económica y fiscal de los Estados miembros. Si hay algo en lo que creemos los defensores del proyecto europeo es en la necesidad de seguir avanzando en el proceso, en concreto en la unión fiscal, bancaria y, sobre todo, política. Sin embargo, es fácil encontrar detractores por los problemas que este proceso no concluido de integración tiene para algunos países. En un informe bastante sincero publicado recientemente por Bruselas, se reconoce que “la zona euro no sólo es el peor enfermo de la economía mundial, sino que su pésima recuperación no tiene parangón con otras etapas de su historia”. Tratar de superar esta grave crisis ha sido particularmente difícil, y lo sigue siendo, para algunos países miembros, dado que se han visto obligados a afrontarla dentro del corsé de una unión monetaria, aún con graves carencias en su estructura. Fue más asequible para algunos países afrontar las crisis de los años 80 y 90 cuando aún mantenían su divisa. Por consiguiente, es fácil culpar al euro de los males que provocan el estancamiento y, sin embargo, yo creo que no lo es. El problema es que el proceso está aún a medias en algunos aspectos y esas carencias, en períodos de bonanza, no se notan tanto, pero cuando llegan las “vacas flacas”, salen a la luz de manera elocuente.

En los últimos años se ha dado algún paso en esta línea, como la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que puede conceder préstamos a países en dificultades, o la unión bancaria, que se ha iniciado pero no se ha completado. Y como este proceso es lento y la unión monetaria sigue incompleta, se considera que el euro sigue siendo una apuesta casi tan arriesgada en 2015 como lo era hace unos años.


Dejar un proceso a medias, amable lector, creo que carece de sentido y es preciso culminarlo para poder juzgarlo y valorarlo en su totalidad. Quedan pendientes la definitiva integración fiscal, la política –absolutamente determinante para terminar de creernos que estamos en un territorio integrado –, la unión bancaria y también la del mercado de capitales.

Tras los importantes avances en la creación de una unión bancaria, la Comisión Europea (CE) ha puesto el foco en el mercado de capitales. La libre circulación de capitales entre los Estados miembros de la Unión Europea (UE), cuyo origen se remonta al Tratado de Roma de 1957, es un principio fundamental para el correcto funcionamiento del mercado único. Sin embargo, los mercados financieros de las economías de la UE distan de estar integrados. En este contexto, la CE abrió una consulta pública sobre el informe para la creación de la unión del mercado de capitales (UMC), con el objeto de crear un mercado de capitales verdaderamente integrado, con el fin de aumentar la diversificación de las fuentes de financiación empresarial, lo que impulsará la creación de empleo y el crecimiento, al mismo tiempo que se ofrecerán oportunidades de inversión adicionales a los ahorradores para que obtengan mayor rentabilidad en sus inversiones. Aunque la consecución del mismo se vislumbra en el horizonte de 2019, lo que me parece más importante de esta propuesta de creación de mercados financieros unidos para el territorio europeo es que subraya el papel decisivo de los bancos en los mercados de capitales y su complementariedad como fuente de financiación. En consecuencia, seguirá siendo primordial gozar de un sistema bancario eficiente y sólido que apoye la recuperación económica.