En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana.
Este artículo fue publicado en
EL COMERCIO el 29/10/2015
Uno de estos días estaba yo hojeando un librito de
fotografía que me había regalado mi esposo, siempre empeñado en sacarme de mi
ignorancia cinematográfica y fotográfica, dado que el cine y la fotografía son dos
de sus grandes pasiones. De entre la recopilación de imágenes de maestros de la
fotografía como Robert Capa, John Vink, Larry Towell y Dorothea Lange titulada
“Refugiados y minorías”, me quedé mirando fijamente una de ellas: un niño
africano desnutrido que dormía protegido del sol tropical por un paraguas. Lo que
menos me importaba era la calidad de la foto, en blanco y negro, obra del señor
Vink, sino lo que me evocaba: un poco de esperanza. Esa imagen y esa idea
estuvo presente en mi cabeza cuando escuchaba atentamente la conferencia que
Esther Duflo, galardonada con el premio Princesa de Asturias de Ciencias
Sociales, impartió a profesores y alumnos de la Facultad de Economía y Empresa
de Oviedo, el pasado jueves 22 de octubre. A pesar de que equiparó la pobreza
con el cáncer, en lo relativo a la dificultad de su tratamiento, al tener muy
distintas y complejas vertientes, tras la presentación de algunas conclusiones
de sus trabajos empíricos en Economía del Desarrollo, concluyó su charla
invitando a la esperanza y animando a la colaboración activa dada la influencia
de cada pequeño gesto. Una simple mosquitera en la cama impregnada de
insecticida combate a esos grandes asesinos que son los mosquitos y puede
ayudar, por ejemplo, a erradicar la malaria, que se cobra 881.000 vidas al año,
siendo el 85% niños menores de 5 años. Y como ese, otros ejemplos que pueden
ayudar, día a día a combatir la pobreza en el planeta. Para ella, el declive de
la pobreza no es suficiente. Lo que quiere lograr con su red de investigadores,
el Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL) es erradicarla y, en su
opinión, es posible. ¡Dios la oiga! Le aseguro, amable lector, que fue un
privilegio poder escuchar a esta mujer francesa, afincada en Estados Unidos,
catedrática en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y muy alejada
del glamour francés en lo relativo a su presencia, a la que seguramente apenas
presta atención. En definitiva, una mujer íntegra hasta la médula.
Los premios Princesa de Asturias también trajeron a Gijón
al señor Coppola, creador de películas como “Apocalypse Now”. Entre mis deberes
conyugales ha estado visionar esta película varias veces. Al parecer, es una
obra de arte. No lo pongo en duda pero, así me maten, no la pienso volver a
ver. No me dice gran cosa. Con esta afirmación es evidente que ejerzo mi
ignorancia en materia de cine pero reconozco que disfruté muchísimo
contemplando las caras de satisfacción de los cinéfilos de Gijón con la visita
de Coppola, que se acercó hasta el legendario café Dindurra y el Teatro
Jovellanos. ¡Un auténtico e irrepetible lujo para los asturianos que admiran el
genio de este cineasta!
De entre el resto de premiados me llama la atención el señor
Leonardo Padura, que ha pasado de ser un periodista que se acercó a la Semana
Negra en la década de los 80 a todo un escritor merecedor del Premio Princesa
de Asturias de las Letras. Me sorprendió mucho leer en su entrevista para EL
COMERCIO, acerca de su inseguridad al escribir y que, con mucha frecuencia,
tiene en cuenta la opinión de algunos lectores inteligentes y es capaz de
rehacer lo escrito, de acuerdo con su opinión. Hay quienes prefieren fulminar
la opinión de lectores inteligentes porque la crítica, aunque sea constructiva,
les hace un daño inmenso a su ego superlativo. En cualquier caso, Padura dejó
claro que la mejor escuela para la escritura es la lectura, cosa que no deben de
saber algunos de los que pretenden vivir de la literatura puesto que es obvio que
no han leído lo suficiente. Con ello realizan su propio ejercicio de
ignorancia. Ahora bien, quienes se llevan la palma en esto son todos aquellos
que quieren acabar con lo que estos premios representan para Oviedo y para toda
Asturias y, contra esos ejercicios de ignorancia, yo creo que lo mejor es IGNORARLOS
y practicar aquello de “no hay mejor desprecio que no dar aprecio”. Y a por la
siguiente edición sin dilación…