jueves, 17 de noviembre de 2022

EJERCICIOS DE IGNORANCIA

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 

Este artículo fue publicado en 

EL COMERCIO el 29/10/2015

Uno de estos días estaba yo hojeando un librito de fotografía que me había regalado mi esposo, siempre empeñado en sacarme de mi ignorancia cinematográfica y fotográfica, dado que el cine y la fotografía son dos de sus grandes pasiones. De entre la recopilación de imágenes de maestros de la fotografía como Robert Capa, John Vink, Larry Towell y Dorothea Lange titulada “Refugiados y minorías”, me quedé mirando fijamente una de ellas: un niño africano desnutrido que dormía protegido del sol tropical por un paraguas. Lo que menos me importaba era la calidad de la foto, en blanco y negro, obra del señor Vink, sino lo que me evocaba: un poco de esperanza. Esa imagen y esa idea estuvo presente en mi cabeza cuando escuchaba atentamente la conferencia que Esther Duflo, galardonada con el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, impartió a profesores y alumnos de la Facultad de Economía y Empresa de Oviedo, el pasado jueves 22 de octubre. A pesar de que equiparó la pobreza con el cáncer, en lo relativo a la dificultad de su tratamiento, al tener muy distintas y complejas vertientes, tras la presentación de algunas conclusiones de sus trabajos empíricos en Economía del Desarrollo, concluyó su charla invitando a la esperanza y animando a la colaboración activa dada la influencia de cada pequeño gesto. Una simple mosquitera en la cama impregnada de insecticida combate a esos grandes asesinos que son los mosquitos y puede ayudar, por ejemplo, a erradicar la malaria, que se cobra 881.000 vidas al año, siendo el 85% niños menores de 5 años. Y como ese, otros ejemplos que pueden ayudar, día a día a combatir la pobreza en el planeta. Para ella, el declive de la pobreza no es suficiente. Lo que quiere lograr con su red de investigadores, el Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL) es erradicarla y, en su opinión, es posible. ¡Dios la oiga! Le aseguro, amable lector, que fue un privilegio poder escuchar a esta mujer francesa, afincada en Estados Unidos, catedrática en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y muy alejada del glamour francés en lo relativo a su presencia, a la que seguramente apenas presta atención. En definitiva, una mujer íntegra hasta la médula.


Los premios Princesa de Asturias también trajeron a Gijón al señor Coppola, creador de películas como “Apocalypse Now”. Entre mis deberes conyugales ha estado visionar esta película varias veces. Al parecer, es una obra de arte. No lo pongo en duda pero, así me maten, no la pienso volver a ver. No me dice gran cosa. Con esta afirmación es evidente que ejerzo mi ignorancia en materia de cine pero reconozco que disfruté muchísimo contemplando las caras de satisfacción de los cinéfilos de Gijón con la visita de Coppola, que se acercó hasta el legendario café Dindurra y el Teatro Jovellanos. ¡Un auténtico e irrepetible lujo para los asturianos que admiran el genio de este cineasta!

De entre el resto de premiados me llama la atención el señor Leonardo Padura, que ha pasado de ser un periodista que se acercó a la Semana Negra en la década de los 80 a todo un escritor merecedor del Premio Princesa de Asturias de las Letras. Me sorprendió mucho leer en su entrevista para EL COMERCIO, acerca de su inseguridad al escribir y que, con mucha frecuencia, tiene en cuenta la opinión de algunos lectores inteligentes y es capaz de rehacer lo escrito, de acuerdo con su opinión. Hay quienes prefieren fulminar la opinión de lectores inteligentes porque la crítica, aunque sea constructiva, les hace un daño inmenso a su ego superlativo. En cualquier caso, Padura dejó claro que la mejor escuela para la escritura es la lectura, cosa que no deben de saber algunos de los que pretenden vivir de la literatura puesto que es obvio que no han leído lo suficiente. Con ello realizan su propio ejercicio de ignorancia. Ahora bien, quienes se llevan la palma en esto son todos aquellos que quieren acabar con lo que estos premios representan para Oviedo y para toda Asturias y, contra esos ejercicios de ignorancia, yo creo que lo mejor es IGNORARLOS y practicar aquello de “no hay mejor desprecio que no dar aprecio”. Y a por la siguiente edición sin dilación…