miércoles, 8 de junio de 2022

SIN EMPUJAR, SEÑORAS

 En esta etiqueta se recogen los artículos publicados desde 2009 hasta 2016, fecha de inicio de este blog en el que comencé a ubicar mis artículos periodísticos en la web. Los previos nacieron precisamente el 19 de diciembre de 2009, fecha de inicio de mi colaboración con EL COMERCIO, decano de la prensa asturiana. 


Este artículo fue publicado en Tribuna 

de EL COMERCIO el 09/03/2016


¿Cuánto tarda usted en revisar un documento de trescientas y pico páginas? Me encontraba estos días analizando uno de ellos, buscando la información que me interesaba y, tras diez minutos de lectura, me percaté que apenas nueve páginas la contenían. Lecturas más pausadas requieren más tiempo y las mujeres que trabajamos dentro y fuera de casa hemos de sacarlo de las piedras. Malabarismos hacemos padres y madres para compatibilizar la dedicación a la familia y al trabajo. El derecho al progreso profesional de ambos miembros de la pareja trae consigo la necesidad de repartir alícuotamente, esto es, a partes iguales, los temas relativos a la intendencia casera y el cuidado de los hijos. Una decisión que, en total libertad, debe tomar la pareja cuando decide tener hijos, dado que la descendencia, que yo sepa, es cosa de dos. Y de nadie más. En relación a este punto, las declaraciones de la señora María Pazos en la celebración del Día Internacional de la Desigualdad Salarial (véase EL COMERCIO 23/02/16) me dejan descolocada. Habla de la precariedad laboral a la que necesariamente se ven abocadas las mujeres al tener que elegir entre la vida profesional y la familiar – solicitando excedencias y reducción de jornada, con el descenso de salario que eso supone –. La jornada reducida pueden pedirla ambos y, si lo hace la mujer, eso es algo que corresponde a la pareja determinar. No es nada que se pueda imponer o evitar desde fuera del seno de la pareja. Esta señora sale a la palestra con afirmaciones como que “las mujeres son las más cualificadas y las que mejores notas sacan”. ¡Y sin inmutarse! Soy profesora y he visto de todo en este aspecto. No creo que se pueda generalizar de esa forma.




En mi opinión, la igualdad profesional y salarial se logra de dos formas: con talento y con trabajo. Y quien tiene más capacidad y le echa más horas llega más arriba. No tiene vuelta de hoja. No conozco otra vía justa e igualitaria para lograrla. Y todo lo que se salga de ahí es discriminatorio. Tratar de lograrla a base de cuotas o discriminación positiva me parece precisamente eso, discriminatorio. O utilizar el argumento de visibilizar a la mujer. Hacerlo porque sí, porque ahora toca, tiene sus costes. Me invitaron no hace mucho a una Jornada sobre Salidas a Bolsa en Valencia financiada por la Cátedra de Finanzas Internacionales y Santander Universidades, por ser la experta principal en el tema de inicio de cotización bursátil en nuestro país. Y para allá me fui a presentar un par de ponencias sobre el particular. La semana pasada, la Universidad de León me invitó a dar clase en el European Master in Business Studies, un título de postgrado que requiere un alto nivel de inglés entre el profesorado y con alumnado internacional de diversos países. Sinceramente, si de esos lugares me hubieran dicho que me invitaban porque, por temas de igualdad, “tocaba visibilizar” a una mujer, les habría dicho que se fueran a paseo con su invitación. Rectifico. Habría modulado el tono y las formas, por el bien de las relaciones interuniversitarias pero, desde luego, ganas de decirlo no me habrían faltado y, por descontado, les habría dado mi opinión. Ser mujer no es la variable determinante para la selección de personal en la mayoría de ámbitos y profesiones. Para la pasarela de modelos femeninos entiendo que sí. Para dar clase en un máster de Finanzas o formar parte del consejo de administración de una gran empresa, yo pienso que usar sujetador no es un factor decisivo en la elección. En la misma línea de pensamiento de la señora Pazos se encontraba el reportaje sobre liderazgo femenino publicado en el suplemento “Mujer Hoy” (Nº 869) que acompaña a EL COMERCIO (5/12/2015). En dicho artículo, la señora Almudena Román, directora de ING Direct España, declara que “las mujeres tenemos que tener más liderazgo porque en nosotras están más presentes la sinceridad, la empatía, la comunicación y la colaboración”. Yo creo que afirmar eso es tachar de mentirosos, no empáticos y con capacidades de comunicación y colaboración mermadas a los hombres. Me parece injusto porque esas cualidades se dan en ambos sexos y dependen más bien de la persona que del sexo al que pertenece. ¿Es acaso adecuado defender los derechos de un sexo, atacando al sexo contrario? No lo creo. Por otro lado, el liderazgo y dirección de una empresa o una institución, que es una cosa muy seria, ha de estar basado en la capacidad y el talento, en la inteligencia para llevar una empresa, que no es cosa fácil. Siguiendo la línea del anterior, se encuentra un reportaje titulado “Finanzas, ¿cuestión de hombres?”, publicado en la edición de “Mujer Hoy” de 28/11/2015 donde se planteaban las dificultades de las mujeres en un territorio muy masculino. Ciertamente, dedicándome a las finanzas, puedo corroborar que, efectivamente, es un campo con mayoría masculina, pero nunca he pensado que eso se deba a una discriminación de los hombres contra las mujeres en este sector sino sencillamente a que les gusta menos, les atrae en menor medida o piensan que les va a resultar más difícil y por eso se lanzan a otras áreas como el marketing o la gestión de personal. Leer en ese reportaje las declaraciones de Mercedes Arroyo, consejera patrimonial de AXA Exclusiv remata la jugada: “Somos más previsoras y organizadas, pero en el sector financiero aún no hemos cogido las riendas”. Erre que erre con la misma idea. ¡Vamos a ponernos por encima como única forma de lograr el objetivo! ¡Qué error!

Lamento mucho decirlo, señoras, pero en esta forma de defender la igualdad no veo más que complejos por ser mujer.  Se está desarrollando una línea de defensa de la igualdad de la  mujer que pasa por atropellar, avasallar, reclamar cuotas basadas en la igualdad numérica más que en la valía de las personas, y creo que no se debe empujar de esa forma porque eso convertirá nuestro progreso en algo menos meritorio. No se trata sólo de lograr el objetivo de igualdad, sino también de la forma de lograrlo. Sin empujar, señoras, por favor.

En un reciente reportaje de televisión la señora Julia Otero señalaba que somos unas desagradecidas quienes no nos definimos como feministas. Yo le diría aquello tan sabio que decía el portero de la serie “Aquí no hay quien viva”: “Un poquito de por favor”. Las hay que creemos sencillamente en el igualitarismo; sin feminismos, ni machismos, porque ya hemos sido educadas en igualdad respecto a nuestros hermanos varones y hemos trabajado y trabajamos cada día en igualdad con nuestros colegas varones. Todo llega señoras. ¡Tranquilas! Apurar con métodos distintos de la mera acumulación de méritos es estropear un merecido progreso de la mujer que se va a dar, por mera evolución natural de las cosas. Creo que ya comenté desde esta tribuna la discriminación positiva de la que disfrutan las mujeres en el ajedrez. Recientemente, en un campeonato en el que participaba mi primogénito, una niña se negó a salir a recoger su medalla, porque consideraba que al no haber quedado en los primeros puestos, ella no la merecía. Resume perfectamente con su gesto lo que pretendo transmitir. Miro a esa niña y no dejaré de mirarla, amable lectora, porque su novedosa actitud, de inteligente niña que es y brillante mujer que será, es para mí la mejor forma de celebrar la igualdad de la mujer, tal y como yo la veo y la entiendo, esto es, igualitariamente y sin sesgo ninguno.