Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL
de EL COMERCIO el 12/06/2022
https://www.elcomercio.es/opinion/cuesta-guerra-20220612000717-ntvo.html
Lo que nos cuesta esta guerra
Además de la ralentización en la recuperación
de la economía, el conflicto ha supuesto el mayor encarecimiento de los precios
en la región del euro de toda la serie histórica. La subida interanual del
coste de la energía alcanza el 39,2%
Si no hay remedio, cuando se publique este
artículo se cumplirán 109 días de la invasión de Ucrania por orden de Putin.
Creo que son mayoría los rusos que discrepan de tal decisión. Este conflicto es
un dislate absoluto y, sin poner en plano de igualdad al país agresor y al
agredido, los mandatarios de ambos países han cometido gravísimos errores.
Decían mis abuelas que dos no se pelean si uno no quiere y creo que ellas
habrían tratado de evitarlo por todos los medios. Dirigiendo Rusia tenemos a un
sátrapa, de niñez maltratada e inmune al dolor que causa. Dirigiendo Ucrania
tenemos a un cómico metido a presidente, que no está representando su mejor
papel a través de las cámaras de los parlamentos del mundo y que tiene al país
en un barrizal de muerte y desastre económico. Ambos se han equivocado. Putin,
por creer que lograría sus objetivos en Ucrania con una guerra relámpago. Como
decía el historiador Carlo M. Cipolla, cuando en 1337 el rey Eduardo de
Inglaterra declaró la guerra al rey de Francia por unos viñedos, creyó, como
creen todos los que declaran la guerra, que la suya sería relámpago y se
equivocó, dado que duró 116 años. Y Zelenski, como afirmé en un artículo
dominical (EL COMERCIO, 20/03/2022) también se equivocó. Tal vez en ese momento
era yo la única que lo pensaba. Soy madre de familia numerosa y no creo que
haya nada más importante que salvar vidas. Al precio que sea: incluso el de
tragarse el orgullo patriótico. Ahora mismo ya hay importantes mandatarios de
países europeos que le están dejando caer al presidente ucraniano la misma
idea: la cesión. Esto se está prolongando más de lo imaginado y no ven mejor
salida que ceder territorios. A mi juicio ya es muy tarde para hacerlo, porque
han muerto muchos civiles y militares ucranianos y tienen la economía del país
destrozada, pero si no lo hace, cada día será más tarde.
No obstante, como soy economista procedo a
hablar de lo que sé: números. ¿Cuánto nos está costando esta guerra, que no es
nuestra pero que nos afecta? El mayor problema para hacer el cálculo es que no
sabemos cuánto puede durar el conflicto y esta incertidumbre complica cualquier
previsión. Lo único que queda claro es que no va a terminar a corto plazo. El
apoyo de EE UU y la determinación de la OTAN de contribuir a la derrota de
Rusia alargará, sin duda, el conflicto. Es por ello que el Gobierno español se
ha comprometido a compensar las subidas de la energía para ayudar a las
familias y las empresas y mantener las medidas de apoyo. Además del efecto
sobre la ralentización de la recuperación de la economía, un problema grave es
que la inflación en la eurozona se ha disparado en mayo hasta el 8,1%. Esto
supone el mayor encarecimiento de los precios en la región del euro de toda la
serie histórica. Podría afirmarse que esta escalada de los precios se debe
fundamentalmente a la subida interanual del coste de la energía que alcanza el
39,2%.
Esta situación ha generado una tormenta
perfecta que pone de manifiesto una creciente amenaza de recesión mundial. Las
probabilidades de desaceleración en Europa, China y EE UU son considerables y
van en aumento. Este impacto general, en el caso español, en mi opinión, se
concreta además en tres efectos claros. El primero es que nuestro país, al ser
un importador neto de materias primas como el gas natural y el petróleo, va a
tener que pagar más por la energía. El segundo deriva de que la incertidumbre
que rodea al conflicto, así como sus consecuencias, va a erosionar las
decisiones de gasto de los agentes económicos. Y el tercero es que el conflicto
también afectará al canal comercial: aunque la exposición directa de las
exportaciones e importaciones españolas a y desde Rusia y Ucrania es limitada,
el deterioro del entorno económico internacional y las disrupciones que se
pueden producir en las cadenas globales de suministro pueden tener un efecto
muy notable. Además, los indicadores de lo que los economistas llamamos
'sentimiento empresarial y de confianza' han retrocedido claramente tanto en el
PMI de manufacturas como el de servicios. La balanza comercial acusa el
deterioro y, de hecho, aumentó tanto el déficit no energético como el
energético: el primero arrojó un déficit de 2.901 millones de euros (siendo de
253 millones en enero de 2021) y el energético ascendió a 3.222 millones de
euros (siendo de 1.516 millones en enero de 2021). Por sectores, el efecto es
mayor en aquellos más intensivos en energía, destacando el transporte, la
industria auxiliar de la construcción, la pesca, la metalurgia o la industria
química. También el sector agroalimentario está afectado por el incremento de
los precios de las materias primas agrícolas (piensos y fertilizantes) y de la
energía. A esto hay que añadir la opinión nada desdeñable del Banco de España,
que estos días ha afirmado que la ruptura comercial con Rusia restaría hasta
2,4 puntos al PIB español. Señala que una interrupción total de la llegada de
gas y petróleo rusos supondría para España una caída del PIB de entre el 0,8% y
el 1,4%, y un aumento adicional de la inflación (de 0,8 a 1,2 puntos
porcentuales el primer año). Si el conflicto se prolonga mucho, seguiremos
perdiendo, aunque no tanto como quienes han perdido su vida.