Este artículo fue publicado en TRIBUNA DOMINICAL de ECONOMÍA
en EL COMERCIO el 03/12/2023
Reflexiones
desde Frankfurt
La inflación no presentaba cifras como las de 2022 desde 1980. Hasta 2021, casi un 45% de la población europea no había vivido jamás con inflaciones tan altas y sólo un 30% las había visto en edad adulta
SUSANA ÁLVAREZ OTERO
PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA
UNIVERSIDAD DE OVIEDO
Domingo,
3 de diciembre 2023, 01:14
Hace unas semanas estuve en Frankfurt y entré en
contacto con esa ciudad donde tiene la sede el Banco Central Europeo (BCE),
lugar donde se toman importantes decisiones que afectan a nuestros bolsillos,
al dirigir la política monetaria común de la Unión Europea. Las subidas en los
tipos de interés (precio del dinero) se han decidido, como se sabe, para
controlar la inflación. Hay quien ve esto como una amenaza, aunque no lo es.
Katharina Pistor, profesora de Derecho Comparado en
Columbia Law School, señalaba en un reciente artículo que las finanzas y los
mercados que solían ser un medio para lograr un fin -no un fin en sí mismo-,
ahora están en el asiento del conductor. Tienen la capacidad de fijar la agenda
de otros actores, incluidos los gobiernos. No estoy de acuerdo con la autora en
que las finanzas sean un problema. Sencillamente, son más importantes de lo que
fueron. Algo así noté en tercero de licenciatura cuando me fui a la London
School of Economics para profundizar mis conocimientos en este campo y,
posteriormente, dedicar a ello mi vida profesional.
Lo cierto es que, tras las medidas tomadas por el
BCE y diez subidas consecutivas, la presidenta de dicha institución, Christine
Lagarde, ha mandado parar. Los mercados lo agradecieron. Lagarde reconoció que
la inflación va camino de moderarse por un efecto base, pero seguirá alta
durante bastante tiempo. Por eso los tipos de interés se mantendrán, de
momento, en estos niveles elevados.
Por otro lado, aunque ahora se haya suspendido el
proceso de subidas, no hay nada que impida que se pueda retomar. Creo que las
tensiones en Oriente Próximo pueden provocar aumentos en los precios de la
energía, lo que puede cambiar el escenario. Es pronto para pensar en bajadas de
tipos. Y es que venimos de tiempos muy distintos. Desde 1999 hubo un largo
periodo en que los tipos estuvieron en el 0%. La inflación no presentaba cifras
como las de 2022 desde 1980. Hasta 2021, casi un 45% de la población europea no
había vivido jamás con inflaciones tan altas y solo un 30% las había visto en
edad adulta. De hecho, en la última década la inflación preocupaba por su
debilidad. Sin embargo, tras la pandemia y la invasión de Ucrania, se ha
recuperado rápidamente el terreno perdido. La pandemia provocó fuertes
desajustes entre demanda y oferta, al generar disrupciones en la cadena de
suministros globales y bloquear el consumo de servicios.
Desde Frankfurt miro a España donde las subidas de
tipos han tenido efectos desastrosos. Ni más ni menos que 787.000 hogares están
al borde de la asfixia hipotecaria. Aunque las familias de rentas más bajas
tienen hipotecas en proporción sustancialmente menor, la tasa de esfuerzo en el
pago hipotecario de estas familias, cuando disponen de una, está fuera de los
márgenes recomendables.
De hecho, del 30% de los hogares más pobres con
hipoteca, más del 25% ya estaba en una situación de sobreesfuerzo hipotecario,
lo cual significa que ya destinaban más del 30% de la renta del hogar al pago
de las cuotas de su crédito hipotecario. Esta situación preocupante también
afecta a las empresas, porque los tipos de interés al alza han supuesto un
campo de minas para los negocios. Las empresas destinan más dinero al pago de
los créditos y menos a la inversión. El coste de la financiación sube a niveles
de 2008, pero es que, además, el riesgo país puede ser otra piedra en el
camino, porque España sigue siendo uno de los miembros de la UE con mayor prima
de riesgo, junto con Italia, Portugal y Grecia. Por tanto, una gran empresa
cuyo negocio se centre en el mercado nacional también presentará mayores
dificultades a la hora de obtener financiación.
Por otro lado, la condonación de deuda a Cataluña
pone en riesgo la credibilidad de España en los mercados. Este 'rescate' no
eleva la deuda española, pero alejará el cumplimiento del déficit y lanza un
mensaje muy negativo, que puede tener consecuencias para la financiación de la
deuda estatal. La condonación de la deuda de Cataluña debilita la credibilidad
crediticia de España, precisamente en un momento en el que la Unión Europea
intenta cerrar las nuevas reglas bajo la coordinación de la Presidencia
española.
Desde Frankfurt miro a Asturias y como señalaba
Ángel M. González (EL COMERCIO 12-11-2023), la economía asturiana no acaba de
despegar. Sigue presentando problemas derivados, sin duda, de este entorno
inestable que nos ocupa (crisis geopolíticas, contiendas bélicas y encrespada
situación nacional), pero también por la propia debilidad de una estructura de
actividad necesitada de reconversión, una productividad baja, la carencia de
músculo financiero y del propio tamaño de las empresas.
No podría estar más de acuerdo. Se necesita mejorar
la productividad y garantizar la igualdad de oportunidades. Tampoco hay buenas
noticias de empleo en nuestra comunidad. De hecho, el metal asturiano,
principal actividad de la industria regional, ha perdido 6.600 puestos de
trabajo en un año por la caída de la producción. Y somos, además, la quinta
región que menos fondos europeos capta para I+D+i.
Desde Frankfurt pienso en lo que decían los romanos: 'pan y circo'. Nuestro pan y circo español, dándole vueltas a las identidades de toda índole (nacionalidades, de género...) es cada vez más circo y menos pan. Que se lo digan a las 787.000 familias que no llegan a fin de mes. Así nos va.
Este artículo fue destacado en Selección de Prensa de la Universidad de Oviedo