¿Por qué lo llaman amor?
Detesto tener razón cuando no quiero tenerla. Lo dije en su momento, en mi blog económico para EL COMERCIO (informe de fecha 09/09/2017 titulado “Riesgo catalán”) que, a pesar de las previsiones optimistas de algunos, yo no tenía nada claro que no se fuera a producir tal declaración de independencia. Desafortunadamente así ha sido, aunque en esta versión tan rara para generar mayor victimismo; algo que a los nacionalistas se les da de cine. Escucho la radio inglesa y algún periodista lo califica de absurdo teatro. Puigdemont ha tenido a toda Europa pendiente de él: nunca pudo imaginar tanta expectación sobre su persona. Ha hecho el más soberano ridículo internacional. Otra cosa que me asombra es con qué facilidad han logrado convencer a la juventud. Tengo la impresión de que una parte de Cataluña ya se ha ido, aunque legalmente consigamos amarrarla. Y lo peor es que es la parte más joven de Cataluña; los que han sido maleducados en el odio a España: la España represora cuya historia les han contado repleta de falsedades. Escuché en internet algunos testimonios y casi se me cae el alma a los pies. Tanto por el bajo nivel intelectual, como por la pobreza de los razonamientos. El vídeo de esta chica se lleva la palma: https://www.youtube.com/watch?v=BY42pkI7wO0. Declara que ella no era independentista pero que un chico de la CUP la convenció en una hora. Sin comentarios.
“¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir
sexo?” es el título de una comedia española protagonizada por Verónica Forqué
en los 90. A veces se pueden exponer unas razones cuando las auténticas son
otras. Desde la distancia de la isla británica me preguntaba yo por qué en todo
este conflicto catalán se invoca sólo al nacionalismo cuando el problema también
tiene una raíz económica o quizás, por deformación profesional, veo el origen
económico del mismo: esa supremacía económica catalana, unida a un cierto
complejo de inferioridad que tiene el catalán, tal vez basado en que nunca fue
un reino, como sí lo fueron Aragón, Castilla, León o Asturias. Lo curioso es
que el tiro les ha salido por la culata y tratando de defender su superioridad
económica en España, la “España que les roba” según mienten, han provocado una masiva
“Tocatta e Fuga” empresarial. Los bancos y empresas catalanas
se sienten “tocadas” injustamente y por ello se “fugan”. ¡La mitad del PIB
catalán se ha deslocalizado y esto tiene un efecto sede importantísimo! La velocidad de los acontecimientos da vértigo. Esta declaración
unilateral de independencia, en versión “coitus interruptus” de Puigdemont, ha
dejado a los independentistas más radicales con cara de circunstancias. Como
resultado, parece que se aplicará el artículo 155 (cuando escribo estas líneas
aún no se ha decidido). Si finalmente es así, más vale tarde que nunca. Estoy
en Gran Bretaña y aquí, en este país, se tuvo intervenida a Irlanda del Norte
mientras fue necesario. En octubre de 2002, y por cuarta vez desde que se
firmaron los Acuerdos de Viernes Santo, en 1998, el Gobierno de Tony Blair
decidió intervenir la autonomía de Irlanda del Norte. Fue la única forma de superar
la crisis política y no pasó nada: la comunidad internacional no puso el grito
en el cielo. Y aquí sigue el Ulster, pegadito a la Gran Bretaña.
Detesto tener razón cuando no quiero tenerla. Lo dije en su momento, en mi blog económico para EL COMERCIO (informe de fecha 09/09/2017 titulado “Riesgo catalán”) que, a pesar de las previsiones optimistas de algunos, yo no tenía nada claro que no se fuera a producir tal declaración de independencia. Desafortunadamente así ha sido, aunque en esta versión tan rara para generar mayor victimismo; algo que a los nacionalistas se les da de cine. Escucho la radio inglesa y algún periodista lo califica de absurdo teatro. Puigdemont ha tenido a toda Europa pendiente de él: nunca pudo imaginar tanta expectación sobre su persona. Ha hecho el más soberano ridículo internacional. Otra cosa que me asombra es con qué facilidad han logrado convencer a la juventud. Tengo la impresión de que una parte de Cataluña ya se ha ido, aunque legalmente consigamos amarrarla. Y lo peor es que es la parte más joven de Cataluña; los que han sido maleducados en el odio a España: la España represora cuya historia les han contado repleta de falsedades. Escuché en internet algunos testimonios y casi se me cae el alma a los pies. Tanto por el bajo nivel intelectual, como por la pobreza de los razonamientos. El vídeo de esta chica se lleva la palma: https://www.youtube.com/watch?v=BY42pkI7wO0. Declara que ella no era independentista pero que un chico de la CUP la convenció en una hora. Sin comentarios.
Por aquí, Theresa May sigue tratando de superar
la división de su gabinete y aferrándose al cargo. Se negó tres veces en una
entrevista a garantizar a los residentes europeos su estancia si falla el
acuerdo de negociación del Brexit con la UE. Me parece una falta de respeto. Se
equivocaron en plantear el referéndum y se están equivocando en su tramitación.
Y por si tuvieran poco con lo suyo, nos dan lecciones de lo que se ha de hacer
en España, recomendando un referéndum pactado para Cataluña, como con Escocia.
A todo esto, amable lector, Nicola Sturgeon pidiendo otro referéndum. Si Winston Leonard Spencer Churchill levantara la cabeza….