Si hay algo que sorprende en Cambridge al
visitante, es que las vacas están sueltas por los parques. Te queda la
sensación de no estar seguro de si estás en una ciudad o en un pueblo. En
realidad, es una ciudad muy respetuosa con el medio ambiente, con tantas
bicicletas como habitantes, casi, casi, y que no quiere perder el contacto con
la naturaleza, ni con estos animales. Una vez que llevas un
tiempo viviendo allí, te acostumbras: las vacas, por la calle.
Normal. Como en la India. Al lado de los parques infantiles, de los columpios y
pastando cerca del río. Y cuando se les antoja, atravesadas en el camino de
vuelta a casa. Una delicia. Lo digo sin ironía.