Suelo leer los artículos de opinión de
Carmen Posadas y, en muchos casos, coincido con su criterio. Me sorprendió
además que, en una ocasión, mencionó una característica suya - que comparto con
ella - y que, de algún modo, ella prefería no tener porque podía generarle
insatisfacción: la ambición. Cierto es que una ambición desmedida puede llevar
a ser una persona insatisfecha si no se sabe modular, pero también es un motor
de superación y crecimiento personal. A mí me sorprende que mujeres que no
saben hacer la O con un canuto, mujeres cuya mayor inquietud diaria es elegir
el color de la sombra de ojos - eso ya refleja su vacío mental- , puedan
estar satisfechas consigo mismas. Evidentemente, pueden resultar ridículas a
los ojos de muchas otras: Carmen Posadas una de ellas, pero se me ocurren
cantidad de ejemplos más ilustres. El primero que se me viene a la cabeza
ahora: Alicia de Larrocha. Podía haber dado un magnífico concierto, podía haber
hecho estallar al público de aplausos y, sin embargo ella, por esa ambición y
deseo de perfección, por ese intento de llegar a lo más alto, podía sentirse
infeliz tras su concierto de piano.
Estoy investigando en Cambridge, la cuarta
mejor Universidad del mundo y la primerísima de Europa. Tengo toda esta
temporada una sensación de satisfacción y de haber llegado, de algún modo, a
una cota profesional que, por supuesto, no quiero perder y tengo una sensación
de plenitud con la que no contaba. Algo que creo que no he sentido nunca. Una
calma que viene a decir: "Susanita, ya has llegado bastante arriba ¿no
crees?".
Ojalá no se me olvide esto, ojalá pueda
congelar de algún modo esta sensación, licuarla a modo de perfume o de licor,
meterla en un frasquito para cuando regrese a Asturias, y si algún día tengo la
absurda de idea de no estar satisfecha conmigo misma o con lo que he logrado en
mi carrera profesional, abrir ese frasquito y oler su interior para recuperar
esta sensación de plenitud, de calma y de satisfacción personal y profesional
que tengo ahora.
Ciertamente, a determinado tipo de mujeres
como las que he mencionado anteriormente, nos resultan ridículas y absurdas las
mujeres que no saben hacer la O con un canuto y que, sin embargo, están
encantadísimas de conocerse, que no tienen el más mínimo afán de aprendizaje y
mejora personal, porque además "ellas son así" y para qué van a
cambiar. A priori, lo mejor que una puede hacer es ignorarlas y rezar porque el
número de ellas se vaya reduciendo progresivamente con el tiempo sobre la faz
de la tierra. Sin embargo, una observa lo que prolifera en Instagram y no hay
motivos para el optimismo a este respecto.
No obstante, yo creo que estas mujeres
tienen una pequeña utilidad. Hasta las agujas de un reloj parado dan la hora
correcta un par de veces al día. Cuando mujeres ambiciosas como Posadas, sufren
la inquietud que les genera su ambición, lo único que tienen que hacer es
pararse un par de minutos a pensar que hay ignorantes encantadas de conocerse,
"encefalogramas planos" satisfechas consigo mismas y además felices.
Como decía Machado: "la felicidad es el estómago lleno y la cabeza
vacía".
Por si me vuelve a suceder, por si se le
ocurre asomar a mi persona el más mínimo atisbo de insatisfacción, además de
abrir el frasquito y volver a olerlo, me fijaré un par de minutos en las que
hacen la O con un canuto y son felices. Sean morenas o rubias, que de todo hay.
Especialmente prestaré atención a las rubias guapas de cabeza liviana; para mí
siempre serán un referente a tener en cuenta, por si se le ocurre asomar a Doña
Insatisfacción. Siempre me ha asombrado observar a este tipo de mujeres que
creen, que por ser rubias y tener belleza, ya está todo hecho. Tal vez su
experiencia masculina les ha llevado a creerlo. Pero que no se confíen, a no
ser claro está, que su pareja sean tan idiota como ellas.
Cuidar la imagen no tiene nada de malo si una se ha preocupado, en primer lugar, de cuidar dentro de sí. De cuidar su interior y su cabeza. Es una dualidad muy sana que lleva a que una mujer sea completa. Lógicamente, este tipo de mujeres, nunca estarán satisfechas con los idiotas anteriormente mencionados que prefieren a las rubias de cabeza hueca - "cada oveja con su pareja" dice el sabio refranero español-.
Esa dualidad está presente en mí; no sé si porque soy Géminis o porque me educaron para ser así. Más bien por esto último. Los horóscopos no son de fiar. Los suelen leer las mismas que hacen la O con un canuto.
Ser rubia de ojos negros puede estar muy bien, pero como te quedes en eso, no es gran cosa lo que puedes aportar como persona.
Y ahora que lo pienso....Tengo pendiente de leer este libro. Se me acumulan la lecturas, ¡pardiez! Lo compré hace un tiempo, pero ahí está durmiendo, esperando que lo recupere. El "Journal of Finance", evidentemente para mí, tiene prioridad en este momento.