sábado, 7 de octubre de 2017

Nadando en Jesus Green

Uno de mis mejores pasatiempos, en el poco tiempo de relax que me deja mi labor de investigación en la Universidad de Cambridge, es nadar al aire libre. En una piscina de 100 yardas (91,44 metros): la más larga en la que he nadado en toda mi vida. La mayoría de los días, nublado; algún día, esquivando la lluvia y, casi siempre, reuniendo valor para entrar en el agua. Siempre me ha gustado bañarme en agua fría; no he tenido reparos en ello; es intenso y energizante. Me relaja y me resulta placentero. Me quedan muy lejos los largos baños de mi adolescencia en la playa de Luanco porque el Cantábrico ya no es lo que era, ni mucho menos. El calentamiento global se nota de sobra. Sin embargo, el agua de esta piscina sigue estando muy fría. Nadar en Inglaterra al aire libre no es lo mismo que hacerlo en Llanes. ¡Ni mucho menos! Una experiencia inolvidable que disfruto muchísimo y que me hace sentir más joven. Lo cual, no está nada mal. No ser joven, pero sentirse como tal. La que no se consuela...







Y a la salida de la piscina, un parque de juegos para mis hijos en plena naturaleza. 



Interminables zonas verdes, para relajarse, estar con la familia y en contacto con la naturaleza en el bello parque de Jesus Green.