Si hay algo de lo que pueden presumir los
británicos es de su buena educación. De su manera de comportarse en sociedad.
Su forma de relacionarse socialmente nunca deja de sorprenderme. Un día de
este verano, después de pagar mi entrada en la piscina de Jesus Green en
Cambridge, iba un poco apurada hacia el vestuario para cambiarme y ponerme el
bañador. No me percaté de que en la carrera se me había caído un billete de 10
libras. Un caballero que salía de la piscina me lo recogió y se acercó a
dármelo y dijo: "Excuse me!". O sea, que todavía me pide
permiso, y presenta sus excusas para devolverme el dinero. Anonadada me
quedé. Y se lo agradecí.
¿Qué hubiera dicho un asturiano?
"Moza, vas perdiendo el dinero". No estoy segura de que me lo hubiera
recogido.
Un caballero inglés es un caballero inglés, of course.